Anoche, luego de una ardua jornada de trabajo, varios viejos amigos me solicitaron que reiterara lo que ocurrió con Peña Gómez el día que los generales le renunciaron a Balaguer. Aunque sobre ello había escrito y ocurrió hace 47 años, me permito refrescar algunas memorias.
La renuncia del secretario de Estado de las Fuerzas Armadas y los jefes de Estado Mayor del Ejército Nacional, la Marina de Guerra y la Aviación Militar Dominicana, se produjo casi un año después de la abstención electoral del Acuerdo de Santiago, conformado por el PRD, el desaparecido PRSC, MIDA y MPD. En ese entonces yo ocupaba la Secretaría General en funciones del desaparecido Partido Revolucionario Social Cristiano. Luego de mi salida se convirtió en Partido Reformista Social Cristiano.
Al día siguiente de la renuncia de los generales, o sea, el 9 de mayo del 1975, temprano, recibí llamada telefónica del apreciado amigo Peña Gómez, líder del PRD. Quería verme con urgencia.
Al llegar a la residencia de Jacobo Majluta, donde vivía Peña, también estaba Juan Espínola, vecino. Eran como las 8 de la mañana. Me pidió en secreto que lo llevara a mi casa. En el camino me habló de la renuncia de los generales la noche anterior. Entendía que podrían producirse situaciones que pusieran su vida en peligro.
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Estando en mi casa, esa misma noche, como a las 7 pm, recibí llamada de Yuyo D’Alessandro, en ese momento secretario de Industria y Comercio, diciéndome que el presidente Balaguer quería hablarme. Pero puso al teléfono a José Quezada, secretario de la Presidencia para transmitirme un mensaje del Presidente. Peña, que estaba a mi lado escuchando, me dijo que le pidiera que hablara el propio Balaguer. Minutos después Quezada llamó de nuevo, poniendo al teléfono a Balaguer, quien se limitó a decir: “Tabar, como un servicio a la patria y la democracia ayude en lo que ellos le van a explicar”.
Como vivo a pocas cuadras del Palacio Nacional, en pocos minutos la casa estaba rodeada de militares. Con ellos estaban los amigos Yuyo D’Alessandro y Fonchi Lockward, en ese entonces secretario técnico. Al salir a la galería me encontré además con Héctor Pereyra Ariza, Ney Arias Lora, Leonardo Matos Berrido, Chicho Álvarez, Horacio Veras y otros.
Dijeron que era urgente darle un mensaje personal de Balaguer a Peña Gómez. Les expliqué que tenía que contactarlo telefónicamente, porque no sabía dónde estaba. Pero Yuyo me dijo al oído que ellos sabían que Peña estaba ahí. Entré y hablé con Peña. El decidió que la reunión fuera en casa de Jacobo Majluta a las 8:30 de la noche.
Antes de salir, Peña habló con Winston Arnaud. Les solicitó contactar a Polín Espaillat y a Castaños Espaillat para que estuvieran presentes. “Siempre es bueno tener testigos”, dijo. Luego salimos para allá. Al rato se presentaron Rogelio Delgado Bogaert, un hermano de Ana Elisa Villanueva, cuñado de Jacobo y lógicamente Majluta.
Lo que Balaguer le solicitó concretamente a Peña fue que se mantuvieran, él y el PRD, al margen de los acontecimientos de la renuncia de los generales, porque eso podría traer consecuencias que imposibilitaran la gobernabilidad. Luego de casi una hora de conversación, Peña se comprometió a ese propósito. De la misma casa de Majluta uno de ellos llamó e informó el resultado. Expresaron que Balaguer agradecía y garantizaba su seguridad.