“Peña Gómez fue más que un gran líder de masas, fue un visionario que articuló una propuesta democrática capaz de trascender fronteras e influir en el panorama político internacional”.
Con esta expresión Wilfredo Lozano, destacado sociólogo y catedrático, trata de resumir los aportes de José Francisco Peña Gómez, un líder político dominicano destacado a nivel nacional e internacional, cuya trayectoria marcó la historia de la democracia dominicana.
Lozano expuso sobre los pilares del pensamiento político de Peña Gómez y su liderazgo basado en seis principios: la alternabilidad en el poder, el pluralismo político, la construcción de consensos, la participación ciudadana, la centralidad de los gobiernos locales y la dimensión internacional de la democracia.
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“No es exagerado afirmar que todo el pensamiento político de Peña Gómez gira en torno a la construcción de la democracia, tanto en lo relativo a los procedimientos que deben caracterizarla como en lo relativo al marco institucional en que teóricamente debe producirse su desempeño”, expresó Lozano.
Durante la conferencia «Socialdemocracia y acción de masas: Peña Gómez en la construcción de la democracia dominicana», organizada por la Fundación Friedrich Ebert (FES) y la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FCES) de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Lozano expuso que más allá de su presencia en la política partidista, Peña Gómez logró articular un concepto de participación ciudadana como condición “para sentar las bases del edificio democrático que aún hoy intentamos construir”.
Consideró que Peña Gómez tuvo una concepción de la política democrática donde la acción de masas motorizó la propuesta de la participación social.
Señaló que si algo cohesionó las ideas iniciales de Peña Gómez fue su creciente convicción de los males históricos que el continuismo político producía en la vida política nacional, con su secuela de autoritarismo, conflictos y fracturas políticas.
Añadió que esta convicción se hizo más fuerte en la medida en que el régimen balaguerista de los doce años se afirmaba en el poder con las consecuentes secuelas autoritarias y de daño al andamiaje democrático del país, afirmando en el mismo un poder despótico, acentuado desigualdades en el proceso de desarrollo.
Lozano afirmó que Peña Gómez asumió su visión de la dimensión plural de la sociedad política, lo que fue clave para poder gobernar las luchas de tendencias en su propio partido y entre los poderes del Estado.
Trayectoria
El destacado sociólogo relató que Peña inició en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) como militante y llegó a ser su máximo líder, cuya ideología política fue construyendo en su trayectoria, siendo el motor de su ingreso a la política su fina sensibilidad social y su clara vocación por la justicia.
“En su personalidad se cohesionaron raras cualidades en un mismo individuo, hablo de su bondad y apertura, unidas a su sentido de justicia. Por ello su rápido involucramiento en el PRD, recién llegada la organización al país, en los meses que siguieron a la desaparición del tirano. En ese momento convulso, como a todos los jóvenes con sensibilidad social y política de la época, a Peña Gómez lo movía su deseo por la apertura democrática, pero lo que lo condujo al PRD fue su visión y preocupación por lo social y la desigualdad”.
Grandes momentos
Relata que Peña Gómez tuvo tres grandes momentos para demostrar su liderazgo: en la Revolución de Abril del 1965, la salida de Bosch del PRD en el 1974 y la lucha por la derrota de Balaguer en 1978. Lozano destacó la exitosa estrategia para vencer a Balaguer en 1978, basada en alianzas internas, contactos con los sectores militares y en los Estados Unidos, movimientos con los que Peña Gómez aprendió a negociar no solo con la clase media, sino con los grupos de presión en el partido y las bases populares y las élites.
Sin embargo, señaló Lozano, tras la llegada al poder de Antonio Guzmán con el PRD en 1978, a Peña Gómez le tocaron años difíciles por las luchas internas que amenazaban la unidad misma del Estado, así como la revuelta de 1984, donde como líder popular y como jefe del partido tuvo que asumir las consecuencias políticas del convenio con el FMI.
“Tras las protestas populares que provocó el acuerdo con el FMI, 1984 fue quizás el momento más difícil en la carrera política de Peña Gómez en lo que refiere a la fuerza de masas de su liderazgo. A Peña Gómez le tomó más de un lustro recuperar el ascendiente de masas que su liderazgo tenía en el momento de llegada al poder del PRD en 1978”, indica Lozano.
Para Lozano la prueba de fuego definitiva fue cuando ganó las elecciones en 1994 y fue víctima de un fraude electoral, sin embargo, tuvo que pactar con Balaguer un acuerdo político, el llamado Pacto por la Democracia, que condujo a la reforma constitucional y, además, del sistema político, de justicia y electoral, por lo que hubo nuevas elecciones en 1996.
Consenso
Lozano considera que esta visión “le permitió a Peña Gómez la asunción de la política en una lógica de construcción de consensos, no mayorías aplastantes en una lógica autoritaria, sino asumido como el esfuerzo por producir acuerdos y compromisos con una cobertura de actores diversos que permita reconocer la representación de la diversidad sin sacrificar la toma de decisiones pertinentes y equilibradas”.
Participación local
Además que en el componente participativo, Peña Gómez impulsó la conexión con lo local, con la vida del municipio, el componente más cercano del sujeto individual, del ciudadano en concreto, “una gran expectativa en la ruta hacia la participación de la ciudadanía en la vida democrática, más allá del momento de la representación electoral”.
Internacional
Apuntó también que en Peña Gómez la solidaridad internacional era un componente central de la vida política de su partido y el ejercicio de su propio liderazgo, lo que le permitió asumir una agenda política más amplia que incorporaba la dimensión diaspórica de la sociedad, permitiéndole asumir de manera orgánica acciones en la comunidad dominicana residente en el exterior e incorporar a su agenda política conquistas como la doble nacionalidad de los dominicanos nacidos en el exterior.