Peña Gómez quería que Caamaño fuera Candidato del PRD en 1970

Peña Gómez quería que Caamaño fuera Candidato del PRD en 1970

Claudio Caamaño, quien desde la infancia mantuvo una relación casi de hermano con su primo Francisco Alberto, se enemistó con el héroe de abril cuando este aceptó salir del país designado como agregado militar en la embajada dominicana en Londres porque entendía que con su ausencia “iban a masacrar a todos los combatientes”.

“Rompí con él, me quedé en el local que ocupábamos que era el antiguo Conservatorio Nacional de Música, hoy Ministerio de Cultura, y a los pocos meses me invitó a desayunar el presidente García Godoy, que vivía en Naco. Me dijo que no podía protegerme y que estaba acusado por tropas norteamericanas de dirigir atentados”.

-Tienes que salir, le razonó, ofreciéndole un cargo en Japón. Claudio le dijo que no aceptaba. “Me paré de la mesa y me fui, apenas llegué a tomar café”, cuenta el indomable exguerrillero.

El mandatario le pidió presentarse ante el jefe de la Policía, general José de Jesús Morillo López, quien le convenció de que debía partir. “Propuse que me enviaran a Chile a estudiar para ser carabinero”.

En dos años logró ser carabinero, piloto, paracaidista y fue maestro de aspirantes a carabineros chilenos.

Caamaño Deñó le enviaba cartas y le hacía llamadas a Chile que él no contestaba hasta que un día le telefoneó el padre de Francis, Fausto Emilio Caamaño Medina, para persuadirlo de ir a Londres a ver al líder constitucionalista.

-¡No! ¡No quiero juntarme con Francis!, reaccionó. Ni lo complació a pesar de que el exmilitar le envió mil dólares a Chile.

Al contrario, Claudio viajó al país en 1967 violando un impedimento de entrada, para estar en el nacimiento de una de sus hijas. Después de dos días en Santo Domingo y una visita a Braulio Álvarez Sánchez, jefe de la Policía –cuyo objetivo no revela-, se dirigió a Puerto Rico con visa norteamericana que le diligenció Sacha Volman y allí se dedicó a trabajar en la construcción. Aprendió a manejar grúas y rodillos, entre otros oficios, hasta que el papá de Caamaño mandó a su hijo Luis a comunicarle que Francis estaba en Cuba y que había hecho planes con Juan Bosch para organizar un movimiento político-militar pero que el expresidente “lo había traicionado” y que “la única persona que podía disuadirlo de que no viniera en una guerrilla era yo”, porque esa acción sería “un suicidio”.

-Tío, yo no tengo conexión con los cubanos-, le contestó.
-Yo te la tengo preparada, le dijo el general retirado.

Claudio relató que Caamaño Medina y su esposa Eneroliza habían viajado a México para llegar a La Habana a conversar con Francisco Alberto y en una recepción que les ofrecieron en la embajada cubana les comentaron que su hijo era el antiimperialista de mayor importancia en Latinoamérica. Él interpretó ese reconocimiento “como un gancho, era pro yanqui, y se devolvió”, manifiesta el sobrino.

El contacto que le tenía a Claudio era el coronel Jorge Gerardo Marte Hernández quien, a su vez, estaba en comunicación con Amaury Germán Aristy, “que era el enviado de Caamaño”. Fausto informó a Claudio, además, que había dispuesto 10 mil pesos para sus gastos y los de Marte. Le manifestó también que había un amigo esperándolo en la calle 19 de Marzo esquina Salomé Ureña. “Eso ocurrió el 2 de junio de 1969. El amigo era Peña Gómez”.

Desde que aceptó ir a Cuba, Claudio sabía que si no podía convencer al primo se quedaría a su lado. por eso, al salir retiró sus “ahorritos” y se los dio a su hermano menor para que auxiliara a su familia.
“Bosch se va del partido”. José Francisco Peña Gómez recibió a Claudio con varios encargos para Caamaño. “Juan Bosch se va del partido (PRD), tiene diferencias con mucha gente, la única forma de manejar esa situación es que Caamaño acepte ser el candidato del PRD en 1970, pero tiene que volver a Europa”, le comunicó Peña Gómez a Claudio que de ahí salió a reunirse con Amaury Germán, quien le entregó “una especie de pase para ir a Cuba”.

Marte y él llegaron a La Habana el 14 de junio de 1969. Encontraron a Francis convaleciente de una operación en la rodilla “pero aun así caminaba más rápido que yo”, expresa Claudio, quien luego lo tuvo como instructor militar. Le transmitieron la propuesta de Peña Gómez durante dos semanas “pero nos dijo que no, que todos los presidentes dominicanos desde 1916, con excepción de él y Juan Bosch, eran sirvientes norteamericanos, que no iría a elecciones en esas condiciones, que tenía un grupo de militares que lo estaban esperando aquí porque ellos eran solo 12 hombres”. Se refería a los que vendrían con él en la expedición. Cuando Claudio determinó quedarse fueron 13.

Francis le explicó que su plan era llegar a un punto entre Padre las Casas y San Juan de la Maguana donde los esperarían más de 100 hombres armados. En el Sur aguardaban 1,200, refirió a Claudio.
Claudio es de temperamento enérgico y de gran arrojo e intrepidez, osado y bravo pero al mismo tiempo tierno. Ama a su familia y recuerda con nombres, apellidos y apodos a los antepasados más lejanos. Ahora es papá-abuelo del niño de su hijo muerto que quedó bajo su tutela y la de su esposa. Lo sostiene en sus piernas con cariño conmovedor. Como es de incondicional con sus demás parientes lo fue con Francisco Alberto, al que admiró desde niño.

Bastó que ahora, en Cuba, el primo que fue con él complaciente y a la vez enérgico, el que lo enganchó y lo formó en la milicia le manifestara:

-Caramba, primito, tantas cosas que hemos hecho juntos y ahora que más te necesito te vas y me dejas.

-¡Yo me quedo con usted!, reaccionó Claudio arrebatado por el aparente desconsuelo de Caamaño. Recibió de inmediato un abrazo del exPresidente.

“Como siempre, fui su mano derecha aunque ya había otros dos mandos: Heberto Lalane José era el segundo, y tercero Mario Nelson Galán Durán. Yo era encargado de seguridad y logística, y enfermero”, cuenta. Porque además de la preparación en guerra de guerrillas en Pinar del Río, en Santiago de Cuba, estudió en el hospital Calixto García con profesores de Medicina.

Los detalles del entrenamiento constituyen otro capítulo en su agitada historia. De cada compañero tiene una opinión, comenzando por su primo cuyo coraje y su conducta han puesto en entredicho. Claudio dice que esas opiniones provienen de agentes del imperialismo y relata la cotidianidad de su jefe en Cuba y su comportamiento durante la travesía y en la guerrilla.

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