Penas y alegrías del metro

Penas y alegrías del metro

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Desafiando un vigoroso rechazo de la opinión pública el gobierno inició esta semana la construcción de un sistema de transporte soterrado y elevado en dirección norte sur de la capital, sin haber satisfecho las inquietudes sobre su financiamiento, costo, diseño y factibilidad en todas sus dimensiones.

No es el mismo metro rechazado en los primeros meses del año. Ni aquel que el Consejo Económico, Social e Institucional creado por el presidente Leonel Fernández recomendó abandonar tras considerar que para mejorar el transporte urbano había otras opciones más conciliables con la situación económica del país y más favorecidas por los expertos que ese organismo consultó.

El proyecto iniciado ahora es más ambicioso todavía. Agrega dos elementos nuevos, que son precisamente por donde parece haber comenzado la construcción, como son su prolongación hasta Villa Mella mediante un puente sobre el río Isabela, y el saneamiento de sus riberas y las del río Ozama, incluyendo una vía a lo largo de sus cursos hasta empalmar con la avenida del puerto.

Es por esos agregados por donde se ha comenzado la construcción del metro de Santo Domingo, según las explicaciones del secretario de Estado Diandino Peña, que los ha presupuestado en 195 millones de dólares y unos 700 millones de pesos, que harían un total de 7 mil 525 millones de pesos, si calculamos los dólares al 35 por uno.

Por el momento, el ingeniero Peña se ha reservado el costo que tendría la mayor parte del metro, es decir la que uniría el puente sobre el Isabela con el Centro de los Héroes, por debajo de la avenida Máximo Gómez.

Las obras anunciadas se ejecutarían en 30 meses, según lo informado. Es decir, casi todo lo que resta de tiempo a la presente administración gubernamental. De ahí se podría deducir que la segunda etapa se emprendería en un nuevo período gubernamental.

Pero todo está sujeto a especulaciones, puesto que ya se trabaja en tres puntos diferentes de lo proyectado, incluyendo uno que podría corresponder a la parte subterránea de la Máximo Gómez. Nadie lo sabe ni se puede creer en lo que se diga, que mañana puede cambiar drásticamente. Al fin y al cabo los trabajos se iniciaron sin previa información y sin la aprobación de las salas capitulares de los ayuntamientos de Santo Domingo Norte y Distrito Nacional.

Justamente el jueves se iniciaron las gestiones para que los ediles del DN le den su aprobación al proyecto, lo que sugiere que no sólo se emprenderá la etapa correspondiente a Santo Domingo Norte, sino también la original. Pero nadie sabe.

No importa que allí haya bastantes reparos a la obra. Ya se conseguirá de alguna manera convencer a los ediles para que levanten su mano aprobatoria, como ocurrió en el municipio Santo Domingo Norte. Si hay que pasar por encima de cualquier precepto tampoco importa, pues lo fundamental es iniciar uno de los sueños del presidente de la República.

Pese al costo adicional del nuevo diseño, por lo menos hay que celebrar que se haya tomado en cuenta a los cientos de miles de residentes al norte del río Isabela, que tantas crujías pasan cada día para transportarse hacia el centro de la capital. Se trata de una parte considerable de la marginalidad urbana de Santo Domingo.

El tramo anunciado del metro es válido. Es urgente mejorar la comunicación vial hacia el norte de la capital y el elevado podría ser una solución.

Lo que apena es la forma en que se conduce la inversión pública, el misterio, la falta de transparencia. Y la convicción de que se nos está imponiendo un metro por encima de toda consideración. Obra que puede ser útil, pero no guarda relación con ninguna prioridad en un país sin energía eléctrica y con dos mil obras paralizadas. Donde faltan acueductos y alcantarillados para una buena proporción de la población.

Hay que formular votos porque esta obra no se convierta en una rémora para el gobierno del presidente Fernández. Que pueda concluirla en los 30 meses anunciados y con los costos estimados. Si lo logra habrá que hacerle un reconocimiento. Los meses por venir también nos dirán si el metro va como quiera o nos quedamos en el elevado para mejorar la comunicación hacia el norte de la ciudad.

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