Aunque nada se anunció oficialmente el Maestro Álvaro Manzano acaba de abandonar el cargo de director musical de la Orquesta Sinfónica Nacional de la República Dominicana. Estuvo al frente de la institución durante casi tres años y por los buenos resultados de su labor parecía que su permanencia en el cargo se prolongaría; sin embargo, su contrato no pudo ser renovado, y su último concierto tuvo lugar el pasado 16 de abril. Sin despedidas, sin la menor reseña terminó una época de importantísimo valor en la vida artística de la OSN.
En esta entrevista exclusiva Álvaro habla de su trabajo, de la Orquesta, de las causas que propiciaron su salida del puesto y de sus nuevos proyectos.
A.G: Cuando Ud. asumió el cargo de Director de la OSN, me declaró (revista [A]hora Nº. 1,222) que trabajaría por sacar a flote las potencialidades de la orquesta mediante el trabajo de obras del repertorio clásico; y mejorar la disciplina. ¿Qué logros obtuvo?
A.M: He logrado muchas de las cosas que me propuse cuando asumí el cargo, aunque lamentablemente no todas. Logré que la orquesta se sintiera más segura de llevar adelante obras fuertes, de que trabaja correctamente. En casi todos mis conciertos estrené una obra, lo cual es un gran mérito para cualquier orquesta, algo que enriquece el repertorio. La orquesta casi siempre tuvo en mis conciertos la oportunidad de encontrar obras nuevas sobre sus atriles, lo cual propició el interés de los músicos por el trabajo y no el fastidio o aburrimiento, lo cual suele ser la tónica de muchas otras orquestas y quien sabe si aquí también sucedió en otros tiempos.
En lo que se refiere a la disciplina artística la orquesta se ha superado notablemente, y no sólo yo lo entiendo así sino que otras personas se me han acercado expresamente para decirme que han notado una mejoría evidente en la orquesta. Me refiero específicamente a la disciplina que se requiere para trabajar más atentamente las partes, trabajar un poco más en casa el material y sacar mejor los conciertos.
Otro logro es haberle hecho entender a la orquesta que si la dirigen manos seguras puede acometer cualquier empresa. Yo pienso que esta orquesta tiene capacidad para hacer cualquier cosa, lo importante es que se le dé buenos incentivos, los cuales lamentablemente por el lado económico no los ha tenido, pero tiene un potencial de trabajo enorme, trabaja de manera ejemplar, y lo hace en circunstancias muy difíciles, circunstancias que no generó solamente la crisis actual, sino el desinterés del Estado desde hace mucho tiempo. Hay cosas musicales por hacer evidentemente, muchas cosas que no logré, se debe trabajar todavía mucho en el fraseo, la respiración, en cosas sutiles que habría que perfeccionar y algunas otras cosas pequeñas, pero en general el nivel de entrega de la Orquesta, el nivel artístico al que puede llegar en un concierto es muy satisfactorio, y yo me he sentido en algunos conciertos verdaderamente satisfecho.
A.G: En la OSN nunca se ha suspendido un concierto por la incapacidad de la orquesta para interpretar las obras que los directores ponen en sus atriles; sin embargo, constantemente se tienen que suspender ensayos y se dejan de programar muchos conciertos porque la institución no tiene una sala apropiada para trabajar. ¿Ud. considera cierta esta observación?
A.M: Sí, es uno de los problemas más graves y es algo que debe solucionarse urgentemente. La orquesta necesita un auditorio, no solamente una sala de ensayos sino todo un auditorio de conciertos exclusivo para actividades musicales y preferentemente de la OSN.
El hecho de que la Orquesta no tenga un lugar adecuado para hacer su trabajo provoca que los horarios y los lugares de ensayos se cambien a última hora, que se suspendan por falta de electricidad y muchas cosas por el estilo, es absolutamente frustrante estudiar mucho una obra, prepararse y llegar al primer ensayo y no poder trabajar.
A.G: Entonces, ¿se puede deducir que la OSN no rinde mejores frutos artísticos por deficiencias administrativas?
A.M: Yo no le echaría la culpa a la administración, creo que ésta es impotente para resolver ciertos asuntos, pienso que la cuestión está un poquito más arriba, en las autoridades del Estado que hacen caso omiso a las necesidades de la Orquesta. La Orquesta es del Estado y es el Estado quien tiene la obligación de ayudar en cuestiones tan obvias como la consecución del local y la mejoría del estatus económico de la Orquesta, que es realmente paupérrimo.
A.G: ¿Todo esto quiere decir que existen contradicciones entre los intereses del Estado respecto a la Orquesta, la administración de la Orquesta, y los intereses artísticos de la Orquesta?
A.M: No hay contradicciones, simplemente el Estado ni siquiera piensa en serio en las instituciones que tienen que ver con el Arte Musical. Posiblemente, y más aun cuando este país entró en una etapa difícil desde hace dos años aproximadamente, creo que en lo último que podía pensar el Estado es en ayudar a la cultura, y en la cultura, quizás, la última rueda del coche sea la cultura musical, y más aun la cultura musical académica. Entonces, no es una contradicción sino simplemente un estado de absoluto olvido.
Contradicción entre la Orquesta y la administración no la veo porque lo que noto es impotencia de la administración ante los poderes del Estado para resolver los problemas. La Orquesta es apoyada por Sinfonía, que efectivamente es la institución que administra la OSN, y en lo personal me ha ayudado mucho. Mi contrato aquí fue con Sinfonía y fue con esa institución con la que estuve en negociaciones para renovarlo, pero me hicieron tres ofertas muy interesantes en Ecuador y decidí optar por una de ellas, lamentablemente el futuro aquí es bastante oscuro.
A.G: ¿Pudiera agregar algo más sobre las propuestas que tiene en Ecuador?
A.M: Una es la titularidad de la Orquesta Sinfónica Nacional de mi país, una orquesta que está prácticamente reestructurada, porque tuvo un pequeño período de mucha decadencia, tengo entendido que está ya muy bien, han hecho una gira por países de América del Sur; y tengo otra oferta en la dirección académica de un conservatorio privado en Quito; así como la dirección musical del Teatro Nacional.
A.G: ¿Piensa regresar alguna vez a dirigir aquí?
A.M: Claro, estoy muy deseoso de regresar como invitado y si alguna vez cambian las circunstancias quizá pudiera volver por más tiempo.