Penoso final

Penoso final

POR UBI RIVAS
El final del gobierno y la figura política del presidente Hipólito Mejía es densamente penoso no solamente para él, que concluye de una manera poco reputada inelegante su ciclo político, sino que arrastra al país y también, quiérase que no, al propio PRD, de cuyas entrañas en 1990 surgió Hipólito Mejía como político inmaduro.

De «insensible» lo calificó el rector de la PUCMM, monseñor Agripino Núñez Collado, y calificación análoga produjo el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y el secretario general del PLD, doctor Reynaldo Pared Pérez, tildándole de «indolente e inconsecuente con el pueblo  dominicano», trasladar al próximo gobierno todo el fardo de aplastantes problemas que agobian al país.

Las crisis del sector energético, un embrollo de orden financiero que aterriza los 1,800 megas de capacidad instalada a la mitad, sin visos de estabilización, y que postra las fuerzas productivas del país y abate el ánimo de los dominicanos que no consiguen conciliar el sueño por el calor y los mosquitos, que irrita el ánimo y predispone la agresión.

La crisis lacerante de los hospitales inclusive los del IDSS, que despacha urgencias inclusive parturientas casi al romper aguas para parir.

El déficit cuasi-fiscal del Banco Central que supera los $50 mil millones conforme al licenciado Daniel Toribio.

La inflación que en el primer semestre 04 ha trepado en una bomba social del 31.09%, elevando los precios de los artículos de primera necesidad de la mesa diaria, de por sí inalcanzable, a niveles imposibles.

La  incertidumbre  y la inestabilidad de los precios de los combustibles que suben y bajan como la tonadilla de los años 60 de Cortijo y su combo show referente a la bolita, y que el viernes nueve del presente mes de julio subieron escandalosamente a $110.70 la gasolina premiun de $103.50, de $94.40 a $101.80 la regular y de $70.10 a $75.20 el gasoil.

Todo sin motivo aparente porque el dólar se cotiza estable en 47×1 y los futuros de los carburantes deben descender conforme a la reiteración de la OPEP, de que aumentará la producción diaria de crudos a partir de agosto en medio millón de barriles diarios, que será confirmada en su sesión del 21 del presente mes en su sede de Viena, Austria.

La desprotección absoluta de los productores agropecuarios de los cuales el presidente Mejía fue siempre una aliado, un «basiga», un «hermano», abandonados a su suerte ante la apabullante realidad de imposibilitarse producir, mucho menos producir en un inviable TLC con Estados Unidos, con insumos prohibitivos por la tasa del dólar a 47×1, altas tasas bancarias por sobre el 40% y sobre todo eso, la recesión que disminuye severamente la demanda y con ello, el descenso de la producción como forma estratégica y circunstancial de sobrevivir a tiempos mejores, que vendrán, pero no de sopetón.

El presidente Mejía perdió hace tiempo la óptica de la realidad, hilo conductor de la sociedad, deficiencia que se ha agravado a partir del 16 de mayo último en que el país rechazó su intento reeleccionista, imposible como categoricé siempre, porque un proyecto de reelección es inviable con una economía lastrada, un país apagado y los hospitales públicos clausurados.

El país interpreta que el presidente Mejía intenta vengarse del pueblo por su rechazo palmario y que también propicia una poblada para alterar el resultado y/o veredicto en la urnas, subjetivas de ambas opcionales de apadrinar con el asentamiento, pero lo que es un hecho firme es que en la medida de eludir responsabilidades, el crecimiento de Leonel Fernández se sobredimensionará.

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