Pensamiento boschista

Pensamiento boschista

La necesidad de sacar el máximo de provecho al tiempo, abarcando un ambicioso programa de actividades, nos ha obligado a llevar una agenda. Revisando ese diario de programación notamos que la noche de los jueves aparece escrito en rojo: Tertulia de Natacha.

Fue en una de esas tantas enriquecedoras reuniones donde sin proponérmelo logré captar lo polifacética, amplia y profunda que había sido la vida de Juan Bosch. Nuestra distinguida y querida anfitriona Natacha Sánchez nos había convocado a un encuentro en donde los participantes evocarían experiencias de momentos compartidos con el más grande líder moralista que ha dado la patria duartiana.

Escuchando los relatos de cada uno de los exponentes me fui dando cuenta de que el literato, cuentista, comunicador y político fogueado en las arenas nacional e internacional conjugaba en sí la compleja profundidad del anciano sabio con la sencillez y humildad del niño que guardaba. Nuestra experiencia con don Juan era fundamentalmente política y literaria. Su voracidad por la lectura me sorprendía algunos martes, cuando a las 5:30 de la mañana sonaba el teléfono y nosotros contestábamos seguro que era el maestro para comentar y reseñar ciertos detalles del artículo que aún publicamos en el periódico HOY. Digo que me sorprendía puesto que muchos de esos trabajos eran de índole médico legal, y, a pesar de ello, aquel hombre hablaba con la exactitud de un perito en la materia.

Su capacidad analítica, aunada a su virtud para simplificar lo complejo hasta hacerlo comprensible sin que el tema perdiera su esencia siempre me maravillaron. Aconsejaba no tocar más de un tema en una disertación, así como que prestásemos una especial atención a los problemas económicos de la comunidad. Alertaba que estos últimos generaban trastornos sociales, los que a su vez tendían a reflejarse como malestar político. Insistía en que al pueblo había que decirle la verdad y no engañarlo; aseveraba que los dominicanos éramos inteligentes pero que necesitábamos ser educados. Comparaba la utilidad del Partido de la Liberación Dominicana con la del bisturí en las manos del cirujano. El médico especialista requería del instrumento cortante para realizar operaciones que salvaran la vida del paciente, en tanto que el partido era la herramienta con la que se harían los cambios sociales que completarían la obra que Duarte y los trinitarios se propusieron cuando crearon la nación.

Vivimos otros tiempos, el mundo es una aldea global; la información viaja a velocidad y en cantidad inimaginable. Cambian las formas de ver y de nombrar las cosas, pero las esencias y fundamentos de la especie humana se resisten a acelerar las mutaciones del genoma. Rota está la tabla de Moisés con los diez mandamientos; olvidado está el perdón que enarboló Jesucristo. ¿Acaso estamos reediatando la novela 1984 del inglés George Orwell: quien controla el presente reformula el pasado; “controlamos la materia porque controlamos la mente. Dos y dos son cinco. Amplia maniobra estratégica… perfecta coordinación… La guerra se acerca a su final…victoria…la mayor victoria en la historia de la Humanidad. ¡Victoria, victoria, victoria!”

¡Porque ni mató, ni robó, por eso estamos con Juan Bosch!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas