Pensamiento liberal, ¿o conservador?

Pensamiento liberal, ¿o conservador?

En este segundo capítulo, Manuel Núñez  enjuicia la figura de Manuel de Jesús Galván, enfrentándose a los que con una visión maniqueísta sitúan al personaje como conservador y por tanto, lo descalifican. Núñez recuerda que una herramienta primordial para el estudio de la historia es la documentación y en su caso, al adentrarse en las fuentes, la figura de Galván escapa del estereotipo en el que se le ha enmarcado.

Para tal fin, recuerda que a Galván se le ha tildado de conservador básicamente por su apoyo a la anexión a España, sentimiento que existía desde antes de la Independencia y que se explicaba por el peligro del vecino país y la desconfianza que una parte de la intelectualidad de la época tenía respecto a la posibilidad de constituirnos en un Estado sin la tutela de una potencia colonial.

Ambientando la situación en que  tocó a Galván incidir en la política, relaciona su apoyo  a la anexión con las ambiciones y expectativas  del grupo anexionista con España. Entonces pasa a valorar lo que denomina la vertiente liberal de esta personalidad, recordando su vinculación al Partido Azul, sirviendo como canciller a Gregorio Luperón; su vinculación en Puerto Rico a grupos independentistas; canciller de Ulises Francisco Espaillat; relaciones con Eugenio María de Hostos con quien compartió la Cátedra de Derecho Internacional y sus misiones diplomáticas fecundas entre las que se encuentran la cuestión domínico española; elaboración del tratado de reciprocidad con Estados Unidos; organización del cuarto centenario y  recibimiento a José Martí, en 1893. Concluye señalando que en esas intervenciones, Galván se convirtió en un defensor inteligente de los intereses de la nación.

El segundo ensayo, Notas sobre el pensamiento conservador dominicano (siglos XIX y XX),  estuvo a cargo de Raymundo González. Después de aclarar que su exposición no considerará referentes importantes del fluir de las ideas no sólo en Europa sino en Estados Unidos y América Latina, afirma que  en la fuente del pensamiento conservador se encuentra la situación colonial.

Pero aunque Antonio Del Monte y Tejada,añade, es la figura intelectual al que se le reconoce partidario del dominio colonial español, ese pensamiento no fue homogéneo y después de 1844 aparecieron otras opciones, como Francia y Estados Unidos.

La hipótesis de la que parte es que en el siglo XIX hay una débil estructuración del pensamiento conservador, vale decir, como conjunto ideológico que da cuenta de una visión del país y del poder. Esto así, porque los conservadores, cuando la coyuntura lo indicaba, tomaban prestados del pensamiento liberal, formas y motivos.

Califica al conservadurismo del siglo XIX como el anexionismo y el deseo de dependencia. Este período lo formula como el primer proyecto conservador en el país.

La segunda síntesis, o reformulación del proyecto conservador, la ubica a finales del siglo XIX donde se encuentra con la tensión de una burguesía emergente con la necesidad de imponer su lógica en el ordenamiento y funcionamiento del Estado  y las personalidades, que deberían servir de ideólogos, voceros de ese proyecto, que sin embargo, se mantenían distantes  del ejercicio del poder.

Pero otro problema relacionado con la transformación capitalista planteó intervención de la intelectualidad: el juicio al atraso, conectado con la necesidad de la paz. Apela a la condena del campesinado como obstáculo para el progreso y a la necesidad de acabar con las montoneras.

De esa manera, la reformulación del proyecto conservador tiene como antecedente  el debate agrario con la paradoja que  se dio especialmente al interior del pensamiento liberal, que  irrumpe contra la indolencia del campesinado por su desdén al progreso. Pensamiento que colateralmente coincide con el conservador cuando enfatiza la incapacidad del pueblo para preservar su independencia. Las ideas positivistas de fines de siglo alimentaron argumentos antidemocráticos  cuando enfocaban la problemática de la civilización y el progreso.

La tercera formulación del proyecto conservador la ubica en el régimen de Rafael Leónidas Trujillo, donde se reconfigura y estructura como un discurso ideológico consistente, teniendo a Manuel Arturo Peña Batlle y  a Joaquín Balaguer  como sus dos máximos exponentes. Desde hace dos décadas, concluye, hay una nueva síntesis liberal conservadora, teniendo a los partidos políticos como sus principales impulsores.

El capítulo termina con El Pensamiento Conservador Dominicano, de José Guerrero, rico en detalles en  que no escapan los términos separación, por considerarlo conservador en su génesis, al igual que el de restauración, asociado a la reacción antinapoleónica y al levantamiento de Francisco Franco, en España.

Ese camino pasa por tamiz  crítico al término Quisqueya, al anti haitianismo,  la diferenciación conceptual entre estereotipo, prejuicio y racismo, contextualizándolos hasta arribar a la conclusión de que el pensamiento dominicano, conservador o liberal, se conformó bajo la influencia del Romanticismo, movimiento político y estético que nacionalizó el arte y la cultura en los siglos XVIII y XIX. Se explaya en la explicación del término indio para designar al mulato dominicano que tiene el negro como base.

Entiende que Tomás Bobadilla, Antonio Del Monte y Tejada y Manuel de Jesús Galván fueron pioneros constructores de un discurso sobre la dominicanidad pero sesgados por intereses políticos, coyunturas, y sobre la negación de Haití en las esferas de lo político,  lo económico y lo cultural.

En Hostos y Pedro Francisco Bonó ve a los primeros pensadores que usaron categorías científicas para el estudio de la realidad social dominicana. Coincide con la línea argumental de que el conservadurismo no está radicalmente exento de asumir posturas liberales, y asegura que sus ideas tuvieron efectos pertinentes porque reflejaron la sociedad tradicional en transición y una dominicanidad que denomina “familiar”.

Afirma que “Los conservadores, a pesar del anti haitianismo e hispanismo, tenían una visión más positiva de la cultura popular que los liberales”.

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