Pensando en el país

Pensando en el país

Estamos atravesando una tormenta sin ruidos  ni espantos, provocada por la inercia de una oposición política de festival, que sueña mucho y promete tanto como el gobierno de turno; que no se une y organiza con las instituciones laborales para hacerle frente a un gobierno que piensa más en viajes ostentosos, que encarar los verdaderos problemas nacionales como la corrupción que anida en su seno, y a reducir los grandes gastos superfluos de sus más activos funcionarios.

Vivimos sin hacer análisis y en una continua francachela, mientras el país cae en un caos sin precedentes, que nos podría llevar a un proceso de huelgas y disturbios sociales, que nos arrastrarían a una crisis económica de fatales consecuencias.

Por eso nos preocupa la dilatada pasividad de la oposición política,  que está confundiendo sus propios propósitos y poniendo bálsamos al calendario político-eleccionario del 2012, cuando es necesario preferir lo verosímil imposible a lo que pueda convertirse en un posible inverosímil, en una democracia como la dominicana donde todavía no se han evaporado las ideas y por los cuales no ha generado coincidencias partidarias salvadoras de la nación en un falso Estado de bienestar donde es fácil tener sorpresas, ya que lo que tenemos son sindicatos, que no son representativos, pero como los choferes imponen su ley contra todo un pueblo.

Mientras exista nuestra   partitocracia, abundante  en suntuosos vodeviles, pero pobre en ideas y principios, divirtiéndonos con sus payasadas e ingenuos enfrentamientos, no existirá en República Dominicana una democracia válida, estable que agote el hambre, la miseria, la falta de salud y educación.

Solamente nos queda vivir la esperanza de la nueva juventud, que en el 2012 constituirá más de dos nuevos millones de electores, que podrían cambiar la historia del país, eligiendo el gobierno que hace tiempo necesitamos. Salvemos  la República.

Digamos No al envío de militares para Haití evitando un problema mayor, y que vivan Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.    

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