Pensar y actuar políticamente

Pensar y actuar políticamente

CÉSAR PÉREZ
La complejidad del mundo actual da pie a todo tipo de conjeturas y formas de pensar este tiempo. Vivimos un tiempo de incertidumbres, donde las más insólitas profecías auguran catástrofes, los finales y las regeneraciones del mundo. Se profetizan los fines de la historia, de los partidos, de la política, de las clases sociales y, naturalmente, de las formas antagónicas de sus luchas. Eso ha conducido a que muchos de quienes una vez creyeron en todo lo contrario se hayan creído esta historia y hayan dejado de pensar y actuar políticamente.

Algunos de ellos, venidos de la izquierda, son los más activos difusores de la errónea idea de que hoy día es obsoleto ver la actividad política en términos adversariales, pues para ellos se han terminado las fronteras que establecían las diferencias de clases, decretando por eso el fin de la política en su acepción clásica de relación de fuerza entre grupos por el control del monopolio del poder.

De ese modo, se tiende a generalizar la idea en diversos sectores de la intelectualidad de ver y pensar los problemas de la sociedad moderna al margen de la política, pretendiendo resolverlos desde una perspectiva meramente técnica y los políticos hablar por boca de ganso a través de técnicos, a los cuales se les encarga la elaboración de las propuestas de solución de los problemas A este propósito, hace unos días el Presidente de la República dijo que el desarrollo de la tecnología de información es la vía más expedita para combatir la pobreza. Una media verdad que oculta el hecho de que sin voluntad ni clara dirección política este flagelo no se elimina.

La errónea insistencia en que gobernabilidad es sinónimo de consenso y que la finalidad de la búsqueda de este es la eliminación de la confrontación política, se ha constituido en un obstáculo para el desarrollo de la democracia. La búsqueda y aceptación de la eliminación de la lucha política que pueda conducir a la confrontación social conduce a que la política sea impolítica, carente de la pasión que ésta puede producir para impulsar los cambios sociales y acentuar la desafección de la política de grandes cantidades de personas.

De esa circunstancia se deriva el descreimiento de la gente hacia las instituciones públicas y hacia los políticos, lo cual afecta por igual a todas componentes sociales y políticas que de una u otra manera, pesar de todo, se mantienen en lucha. Pero el mayor problema que esto genera, desde una perspectiva de cambio para la izquierda, es que esto también ha generado la crisis de los grandes sujetos sociales, los cuales se han sido afectados por esa suerte de vacío que provoca la falta de propuesta global que los impulse a la lucha.

Pensar este tiempo desde una perspectiva política es una tarea que le concierne principalmente a la izquierda, a la derecha no le interesa que esto suceda, pues mucho tiempo y dinero ha invertido para que se llegue al fin de la política. Sin embargo, no basta con que los problemas de la sociedad moderna y en particular de la dominicana, sean pensados desde una perspectiva que supere los aspectos técnicos de los temas y problemas; a pesar de la importancia de esa perspectiva, es necesario actuar en el campo de la política superando las actitudes meramente morales con que observamos los hechos. 

A diario suceden hechos que constituyen óptimas oportunidades para la acción de protestas en las calles. Entre otros, la enajenación de parte del territorio nacional para la construcción de una isla artificial para un proyecto inmobiliario, la construcción del metro despreciando e ignorando las autoridades municipales correspondientes, la orden de continuar la carretera San Cristóbal-Baní desoyendo la orden de detenerla dada por la cámara de cuentas debido a actos dolosos durante su construcción, la lenidad de la justicia frente a los culpables de la quiebra dolosa de tres bancos y los casos Renove y PEME.

La simple búsqueda del consenso, la mera condena moral sobre esos hechos o la crítica a esos proyectos sólo en el plano técnico constituyen posiciones no políticas y por lo tanto son inconducentes y a la postre desmovilizadoras. Las acciones alrededor de esos y de otros hechos es la vía para la construcción de la subjetividad de los principales sujetos sociales de nuestra sociedad en este tiempo de incertidumbre y tanta complejidad.

Se requiere una articulación de acciones simples, no complejas pero sí concretas, con una direccionalidad que apunte hacia la propuesta de un modelo de sociedad que supere la actual, conservando la pluralidad y la libertad, sin aplastar al adversario, pero sí identificándolo, sí combatiéndolo políticamente. Solo pensando y actuando políticamente se puede construir una nación en la que todos nos sentimos a gusto de ser y luchar por ella.

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