Peones rurales mexicanos pelean por sus derechos en Washington

Peones rurales mexicanos pelean por sus derechos en Washington

Washington, EE.UU. (AP) – Margarito Martínez dice que fue despedido de la granja lechera donde trabajó más de un año porque trató de sindicalizar al personal. Nueve compañeros aseguran también que fueron echados por apoyar esa campaña.

Los propietarios de la granja Ruby Ridge Dairy sostienen que solo dos de los trabajadores fueron despedidos, uno por infracciones a las normas de seguridad y otro por incompetente. Los otros, afirman, se fueron solos.

Los propietarios dicen que no quieren que el sindicato se meta en su empresa, pero que están dispuestos a acatar lo que decidan los trabajadores, siempre y cuando haya una votación.

El United Farm Workers of America, el principal sindicato rural de la nación, radicó una demanda en nombre de los empleados, parte de una campaña tendiente a sumar afiliados entre los miles de peones rurales del noroeste del país. «Muchos temen que si se afilian, serán despedidos.

Al mismo tiempo, muchos quieren el sindicato», expresó Martínez, un mexicano de 56 años. «Trabajamos sin descansos ni siquiera para comer. No nos pagan todas las horas que trabajamos. Uno trabaja diez horas, le pagan ocho, o nueve y media. No es justo».

El sindicato ya representa a 150 empleados de viñedos en la bodega más grande de la zona y 250 peones en una granja lechera de Boardman, Oregón. Recientemente llegó a un acuerdo con Beef Northwest para representar a unos 100 empleados de sus operaciones de ganadería en dos estados.

El sindicato dice que cuadruplicó la cantidad de afiliados que tiene en la región del noroeste, la cual llega hora a 600. A nivel nacional, dice que hay 27.000 peones rurales que trabajaron al menos un día amparados por un contrato del sindicato.

El gobierno, no obstante, calcula que el sindicato tiene unos 5.000 afiliados. La campaña sindical en el noroeste hizo que la Oficina Agrícola del Estado de Washington distribuyese información sobre cómo debe manejarse un proceso de sindicalización.

«Ha habido cuatro campañas de reclutamiento en los últimos cinco años, de modo que hemos estado bastante activos», comentó Erik Nicholson, encargado de las operaciones del sindicato en esta región. «En Ruby Ridge, fueron los trabajadores los que vinieron a buscarnos».

Los trabajadores dicen que no les pagaban por todo el tiempo trabajado y que les impedían ir al baño o tomarse descansos, o, en todo caso, los miraban mal si lo hacían. También denuncian abusos verbales, incluido un caso en el que uno de los propietarios le dijo a un peón que lo mataría porque se había muerto una vaca que él atendía.

Los demandantes son todos mexicanos que trabajan desde hace años en tareas agrícolas en esta región. Ruby Ridge tiene una operación que funciona las 24 horas del día e incluye turnos por la noche. Los trabajadores se quejan de que no les dan suficiente tiempo de descanso entre turno y turno.

«Nunca nos dieron beneficios», dijo Cirilo Ramírez, quien sigue trabajando para la granja. «Si cometemos un error, no nos tratan como a seres humanos; nos gritan en insultan como su fuésemos animales».

Dick Bengen, de 62 años, trabaja en este sector desde 1968. El y su esposa Ruby compraron unas 800 hectáreas (2.200 acres) de terreno polvoriento en 1999 con el objetivo de operar una granja grande al estilo de las operaciones familiares pequeñas.

Doce de los 14 empleados que tenían en su granja previa se fueron con él y la mayoría siguen allí. En la actualidad tiene más de 40 peones. «Estoy contento aquí. Si no lo estuviese, no me quedaría», expresó Leopoldo Pérez, de 40 años, quien comenzó a trabajar para los Bengen cuando compraron la propiedad hace diez años.

La pareja dice que se enteró del malestar de algunos empleados poco antes de que llegasen los activistas sindicales. Afirma que se sintieron sorprendidos y decepcionados. Rechazan las acusaciones de los empleados y aseguran que se dan descansos y que los peones pueden tomarse tiempo para comer, pero no lo hacen porque ese tiempo no se les paga.

«Estamos asombrados. Esto me afectó mucho», aseguró Ruby Bengen. Ninguno de los dos habla español y Ruby Bengen admite que eso genera algunos problemas de comunicación. Pero dicen que empleados bilinges les traducen cuando surge una necesidad.

No quieren contratar un administrador y lidian directamente con los empleados. «Fuimos al sindicato y ofrecimos realizar una votación secreta. Si la mayoría de los empleados optaba por sindicalizarse, iniciábamos negociaciones. Si no, le sindicato se iba», declaró Dick Bengen. «Rechazaron el ofrecimiento».

El sindicato dice que no necesita una votación porque tiene suficientes firmas de empleados que quieren afiliarse. El próximo paso es confirmar que esas firmas son válidas.

El movimiento obrero está promoviendo un proyecto de ley que da a los trabajadores derecho a formar un sindicato reuniendo firmas, sin necesidad de hacer una votación secreta. Muchos de los empleados de Ruby Ridge que participan en la demanda dicen que estarían dispuestos a volver a trabajar en esa granja si se resuelve la disputa.

La mayoría son gente de familia, con hijos pequeños, y no han conseguido otros trabajos desde que se fueron de la granja.

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