Andando por la recién finalizada Feria Internacional del Libro, más limpia y acogedora que otrora, respondiendo a sus fines educativos y culturales, me topé, entre otros stand con el de Venezuela que con tantos excelentes escritores me llamó la atención un extraño el encuentro con un pequeño libro de apenas 256 páginas titulado “El hombre que calculaba”, de Malba Tahan, “Creyente de Alah y su Santo Profeta Mahoma.”
El libro recoge en páginas maravillosas de leyenda y fantasía, la vida de un hombre todavía joven, antiguo pastor de ovejas, poseedor de un extraordinario don que con su desbordante erudición, y fina inteligencia, con el auxilio imprescindible de la matemática, madre de las ciencias en llegando a Bagdad, asombra y cautiva a los ulemas del Palacio y los grandes sabios traídos por el Sultán, Emir de los Creyentes” Al Motacen que satisfecho no sabiendo como premiar o complacerle le ofrece todas las riquezas que hombre alguno pudiera ambicionar para encontrarse con palabras del hombre que calculaba que, agradecido por su generosidad, rechaza: “No ambicionó riquezas, títulos, homenajes o regalos ,porque sabido es que los bienes materiales nada valen, la fama puede surgir de los cargos importantes no me interesa, pues mi espíritu no sueña con la gloria efímera del mundo.”
Este hombre sencillo, humilde, generoso, amigo del bien, de la lectura se me parece a este otro que transita por la vida “ligero de equipaje” y en “la orfandad de calabozo, (preso político, torturado y vejado) apreció “con qué poco se puede ser feliz”; que “no acompaño el camino del odio, que destruye”, y lleno de amor y caridad “ va mucho más allá que la riqueza.” Este hombre, genuinamente solidario, combativo, comprometido con su pueblo, que milita en la política porque, “todo hombre es un animal político” y más que político sabio, filósofo de antaño, que desde la clandestinidad tupamara lucha por el bien común, y continúa su afán renovador, revolucionario, quijotesco, hasta llegar al poder, al solio presidencial, sin inmutarse, siempre el mismo, “porque soy el único tipo en la política uruguaya (y no solo allí) que dice lo que piensa.” Pero no solo dice lo que piensa con sabiduría, con pensar profundo, pasa por el mundo con su compañera de siempre apegado a principios éticos y morales inmutables del buen vivir, honestamente, que lo hacen ejemplo para la humanidad que le admira y avizora en él la diferencia entre vivir bien, en medio de lujos y placeres vanos, sin compromiso con los demás“ sin tiempo para vivir” y el buen vivir, disfrutando de amigos, de los bienes que la naturaleza ofrece, de la vida, “ el mayor tesoro que poseemos” y debemos preservar y proteger, amándola para ser felices. Que deja su paso como herencia a los jóvenes, dueños de un futuro ya contaminado, amenazado por la tecnología que robotiza y el egoísmo de los poderosos que destruyen cual Gengis Khan con su barbarie la civilización, la cultura de los hombres sabios, como el hombre que calculaba, quizás encarnado en esta oveja negra llegado al poder, para hacer desde el poder “lo que nunca se ha hecho.”