Pequeñas delicias cotidianas: arroz con huevos

Pequeñas delicias cotidianas: arroz con huevos

EFE.-  Para bastante gente no hay mejor salsa que la yema de huevo, en estado líquido, pero caliente, una salsa que no ha sido capaz de mejorar el ingenio humano, que ha de ver cómo ha de cederle la primacía a la gallina que “fabrica” esa salsa sin darle demasiada importancia.   Alguna le dará, porque cuando una gallina pone un huevo lo anuncia cacareando, pero en todo caso, es poca.

Y una vez que tenemos la salsa, habrá que buscarle un buen empapante que nos permita disfrutarla.

Naturalmente, se trata de una “salsa” de las que decimos que es “de toma pan y moja”, pero, además del pan, hay cosas que se impregnan del sabor de esa yema y le sirven de soporte perfecto. Una de ellas, el arroz. El arroz blanco, o en blanco, el arroz sencillamente cocido.  

Un plato muy popular en España son los huevos fritos con arroz blanco y salsa casera de tomate; a eso, con el añadido un tanto absurdo de plátano frito, se le suele llamar “huevos a la cubana”.

Nadie sabe por qué es algo tan abstruso como el que a los calamares fritos o a la merluza rebozada se les apellide “a la romana”, ya pueden ustedes buscarlos en Roma, que no los encontrarán.

En cuanto a lo absurdo del plátano, sucede que, hasta hace dos días, todos los plátanos o bananas que se comercializaban y consumían en España eran del tipo canario, perfectos para tomar crudos, para postres, pero no para un plato salado.  Hoy, con la llegada de otras variedades, la cosa cambia.   Pero dejaremos los plátanos para un “banana split”, por ejemplo, e iremos a nuestros huevos con arroz.

Es sabido que los huevos tienen tres partes, dos de protección, que son la cáscara y la clara, aunque ésta se coma, y una verdaderamente comestible y deliciosa, que es la yema, salvo cuando la arruinamos cociéndola y dejándola sólida y grumosa, irreconocible.  

En algunos casos.  Hay personas a las que los huevos fritos no les sientan demasiado bien, sobre todo si los cenan; personas que deben evitar al máximo las grasas, por muy sanas que éstas sean. Pero no por ello tienen que renunciar al maravilloso binomio yema-arroz. 

Basta cambiar el procedimiento habitual por otro igual de satisfactorio, aunque visualmente el huevo carezca de esos adornos tan apreciados como son la parte inferior de la clara ligeramente tostada, o las “puntillas” que la misma clara forma, en los bordes, en contacto con el aceite hirviente.   Así que vamos a cocer el arroz, según el procedimiento habitual, y coceremos también los huevos, haciendo lo que suele llamarse huevos “pochés”, esto es, con la clara cuajada, inmaculadamente blanca, y la yema aún temblorosa y casi líquida, pero con temperatura.  

Disfrutará de una combinación que no por vieja ni por cotidiana deja de ser perfecta, una de esas cosas de toda la vida, de todos los días, que cada vez valoramos más y es que para comer muy bien y con placer no hace falta dar la vuelta al mundo en busca de ingredientes exóticos, tener un laboratorio en la cocina o tirarse horas en la confección de un plato.   En general, lo sencillo es bueno… y viceversa.  

Recomendaciones

Tips

Para dar algo más de gracia a la combinación, que ya tiene bastante, pasamos el arroz, ya cocido, por una sartén en la que habrá un chorrito de aceite de oliva previamente aromatizado con unas láminas de ajo y unas rodajitas de guindilla, añadidos que retiraremos del aceite cuando empieza a dorar, las primeras, y hayan cedido parte de su picardía, las segundas.  

Ya en el plato, unos pétalos de sal.

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