Pequeños creadores fragancias influyen industria global perfume

Pequeños creadores  fragancias influyen  industria global perfume

El año pasado, se organizó una competencia para recrear un perfume de culto de los años 40 llamado Iris Gris. Creado por el perfumista Vincent Roubert y liberado por el diseñador Jacques Fath, un influyente sastre francés, la fragancia dejó de producirse cuando Fath murió en 1954.
Con el tiempo, el hijo de Roubert donó la fórmula a la Osmothèque, un archivo de olores en Versalles, Francia. Las recetas, propiedad del archivo, no pueden reproducirse para fines comerciales.
Para muchos, Iris Gris es el santo grial de las fragancias. La gente compra y vende sus botellas en eBay y se ha convertido en una leyenda, afirma Rania Naim, directora creativa de Jacques Fath Parfums.
Una serie de perfumistas reconocidos presentaron versiones del aroma en la competencia que intentó igualar al original. Pero los jueces decidieron, por unanimidad, que la entrega de una perfumería llamada Maelstrom fue la mejor.
Dirigida desde un laboratorio en el 5to arrondissement de París por tres veinteañeros (Patrice Revillard, Marie Schnirer y Yohan Cervi) casi ningún rival conocía a Maelstrom, en parte porque se fundó ese año y hasta ahora ha hecho siete perfumes.
Aun así, el primer juez olió todas las entregas y no pasó un minuto para que escogiera al de Maelstrom, relata Naim.
El nuevo Iris Gris, renombrado L’Iris de Fath, se venderá en septiembre. Por las grandes cantidades de lirios puros usados en la fórmula, el perfume tiene un precio astronómico.
“Algunos piensan que el olor a lirio del perfume viene de la flor”, dijo Cervi. “Pero usamos la raíz: la cultivas por tres años y luego la secas tres más”. Una botella de 30 mililitros costará 1,470 euros (1,712 dólares). Se harán 150 botellas al año.
No todos los perfumes de Maelstrom son tan caros, pero casi todos caben en lo que Larissa Jensen, una analista de la industria de belleza del NPD Group Inc., llama la sección “prestigio” del mercado.
Al principio, dijo Jensen, dichos perfumes complejos, con frecuencia unisex, superlujosos, eran creados para diferenciar una marca y no tanto tener ganancias.
En 2011, Dolce & Gabanna, que tiene una línea de perfumes que se venden en Walmart, también lanzó Velvet Collection, una botella de 150 mililitros cuesta 430 dólares. Dichos proyectos son “para poner al perfumista en el reflector”, explicó Jensen.
Pero para sorpresa de las grandes marcas, añadió, estos perfumes exclusivos comenzaron a ganar dinero. Como resultado, adquirieron a productores independientes de la especialidad de perfumes de menor producción, que el año pasado representaron 6% del mercado de fragancias de 4 mil millones de dólares en Estados Unidos.
Estée Lauder, por ejemplo, compró a los perfumistas de Editions de Parfums Frédéric Malle y Le Labo, cuyo Santal 33 es la joya de los residentes urbanos desde Los Ángeles hasta Londres.
Con frecuencia, el prestigio percibido por un perfume caro se deriva tanto de la publicidad como del mismo aroma, pero cualquiera que huela un perfume de Frédéric Malle sabrá que se ha encontrado con algo inusual.
Portrait of a Lady de Malle con frecuencia es considerado uno de los aromas más innovadores e interesantes en circulación: tiene esencia natural de rosa, que se complementa con pachulí. Es tan especial que sus fans pagan 390 dólares por 100 mililitros. Maelstrom, que crea aromas para otras compañías y ninguna bajo su propio nombre, casi siempre produce en ese nivel.

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