Perdemos y no reaccionamos

Perdemos y no reaccionamos

Nadie lo ha calculado, con la aplicación del DR-Cafta se redujo el PIB en lugar de aumentar, las evidencias son contundentes, empeoró el déficit comercial y nada ha pasado con las inversiones de dominicanos y extranjeros.

El producto se redujo porque no hicimos la reconversión de la manufactura, a pesar de que el desmonte arancelario se programó en 10 años para bienes no agrícolas y 20 años para algunos agrícolas.

Reducción arancelaria que no se tradujo en menores precios para el consumidor de manufacturas importadas desde los Estados Unidos, sino en ganancia adicional para los intermediarios.

Los beneficios del DR-Cafta se han concentrados en los Estados Unidos, en el más grande, en la primera economía mundial, que con 20% del PIB global es 160 veces más grande que la de nosotros, en población (314 millones de personas) nos supera 31 veces. Se esperaba aumento de las importaciones por la reducción del arancel efectivo en República Dominicana, de 9.33% en 2004 a 0.56% en 2015, y con menor velocidad las exportaciones, por la desgravación arancelaria en los Estados Unidos.

Es decir, que aumentará el déficit externo de la economía dominicana por la creación y desviación de comercio del DR Cafta.

Lo que nadie estimó, sin embargo, fue que se podía acumular un balance negativo de US$1,200 millones en siete años (el déficit comercial con los Estados Unidos pasó de US$1,800 millones en 2007 a US$3,000 millones en 2013), equivalente a un poco más de la cuarta parte de las reservas internacionales netas que tenía el Banco Central a final del 2013.

¿Qué falló? Nuestros empresarios no desarrollaron la vocación exportadora que se necesitaba, no invirtieron para reconvertir la pequeña y mediana empresa manufacturera, para crear la producción que demandaba el mercado de los Estados Unidos.

Perdimos la batalla de la competitividad, nuestras empresas no lograron los sellos de calidad para parecerse a las empresas manufactureras de los Estados Unidos, para reducir costos, ganar productividad.

No demostraron que tenían condiciones para competir en el mercado de los Estados Unidos, para ganar o al menos empatar en competitividad, por lo que tampoco para el mercado interno.

Ahora nos quejamos, perdemos tiempo para no llegar a ningún sitio, buscando culpables de la falta de competitividad de nuestra producción manufacturera, lo atribuimos al desmonte arancelario, a las deficiencias en los puertos y al diferencial de costo de la energía eléctrica, en lugar de calcular el capital que se necesita y definir quién pone el dinero para no perder la guerra. Si traducimos a costo el diferencial de calidad se comprueba que es varias veces el desmonte arancelario del 2015, que es mayor incluso a la suma de todas las deficiencias estructurales mencionadas.

Para cambiar de negativo a positivo el impacto del DR-Cafta en el crecimiento del PIB, debe mejorar la eficiencia de la manufactura, para bajar escalones en el Índice Global de Competitividad, dejar el puesto 105 que ocupamos según el informe 2013-2014. Y aparecer en la lista de los países buenos para hacer negocios, al que no pertenecemos por estar atrasados en innovación tecnológica, educación y capital humano.

 

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