Pérdida de popularidad

Pérdida de popularidad

DANILO CRUZ PICHARDO
Tuve la oportunidad de ver al ingeniero Diandino Peña justificando con detalles y pormenores la necesidad de la construcción del Metro de Santo Domingo y me llevo la impresión de que se trata de un excelente profesional en su área y, además, es un magnifico expositor, con capacidad de convencer al que lo escucha detenidamente. Pero por más que se alegue que el famoso Metro embellece a la ciudad, contribuye a solucionar el problema de los tapones, supera el déficit en el transporte público y es un paso al progreso, al desarrollo la modernización, desde ya se observa una fuerte oposición al mismo en diferentes segmentos de la sociedad dominicana.

Nadie discute las posibilidades bondades que podría generar el Metro (naturalmente a largo plazo, porque su construcción duraría varios años), pero la percepción que tiene mucha gente, de alto nivel de escolaridad, es que la obra no es prioritaria y que el gobierno del doctor Leonel Fernández debía focalizar la inversión pública hacia la solución del problema eléctrico, en la reducción del analfabetismo, en la construcción, remodelación y abastecimiento de los hospitales públicos, en acueductos en aquellos lugares del país en donde no llega agua (que son muchos), en la construcción y reparación de carreteras en toda la geografía nacional y, finalmente, en enfrentar a la delincuencia, la cual se ha constituido en un problema preocupante para toda la sociedad.

Se habla de que el Estado aportará para el Metro una partida menor, porque el grueso de los recursos económicos se agenciaría con empréstitos con organismos internacionales. Tomar más dinero prestado significa incrementar la deuda externa e implica mayor búsqueda de divisas para pagar capitales e intereses y es un problema que presiona la tasa de cambio y podría contribuir a elevar su cotización.

Nunca he sido partidario del endeudamiento externo, pero si se va a tomar dinero prestado en el exterior debía de ser un préstamo grande para la solución definitiva del problema del déficit cuasi fiscal del Banco Central, el cual representa una carga demasiada grande para el Estado dominicano.

Estas grandes inversiones en dólares me hacen recordar la construcción de las obras de los Juegos Panamericanos, que llevaron inmensos sacrificios económicos a la población y fue uno de los factores determinantes en los altos niveles que alcanzó la tasa de cambio.

Pienso que con los graves problemas sociales y económicos que atraviesa el país el momento es inoportuno para la implementación de ese megaproyecto, el cual parece que se realizaría contra viento y marea, independientemente de lo que piense un amplio segmento de la población dominicana.

Por las circunstancias en que el presente gobierno ascendió al poder político, había recibido un apoyo moral que se acercaba a la totalidad de la población. Y con el manejo prudente que exhibía el doctor Fernández muchos pensaron que enmendaría los errores cometidos en su anterior gestión, pero ahora se embarca en una obra que no es prioritaria, sospechosa, digna de conflictos y que apunta hacia el deterioro de la imagen y la popularidad de la actual administración.

En el sociedad dominicana se ha desarrollado una clase media intelectual muy pensante, que de forma justa y desapasionada aprueba las ejecutorias positivas de los gobiernos, independientemente de colores políticos, pero con esa misma fuerza moral rechaza las cosas que resultan negativas al interés nacional, como efecto ocurrido con el Metro, por lo menos en estos difíciles momentos económicos que vive el país.

Como esos intelectuales independientes a que he hecho mención desprueban la construcción del Metro y tratándose de creadores de opinión, la oposición a ese proyecto sería cada vez más fuerte, podría provocar protestas públicas en sectores populares (y en lo que queda de la izquierda dominicana), encendería la chispa en el escenario político nacional y la oposición al gobierno tiende a fortalecerse.

Hay tiempo de sobra para que el gobierno sopese debidamente ese proyecto y que no actúe de forma terca, como Hipólito Mejía, con relación a la improductiva y multimillonaria inversión que se realizó en el montaje de los Juegos Panamericanos. Hipólito no hacia caso a nadie y respondía con términos despectivos y peyorativos a todos aquellos que se oponían al despilfarro de dinero que se hizo, en medio de una población llena de necesidades.

La construcción de un Metro, en la forma en que lo concibe el habilidoso Diandino Peña, podría contemplarse como alternativa futura para la solución del transporte en la ciudad de Santo Domingo, pero en los actuales momentos lo que procede es enfrentar y buscar soluciones a los principales problemas sociales que tiene el país. No actuar así, se estaría ofreciendo espacio a la sospecha y a la posibilidad de que se piense «en el gato entre el macuto».

Además, el costo político que tendría ese Metro podría ser grande. Y aunque el doctor Fernández le sobraron votos en las elecciones del 2004, con ese astronómico 57 por ciento, no se descarta la posibilidad de que en un próximo evento electoral el sufragio favorable brille por su ausencia, producto de una acelerada impopularidad, en un país en donde ya es una constante que cada torneo electoral resulta diferente al anterior. Ahí están las estadísticas, las cuales hablan por sí solas.

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