La economía desaceleró su ritmo de crecimiento a 4.7% en el primer semestre del año, comparado a los mismos meses de 2018. La pérdida de PIB, que la computo en RD$49,632 millones, alrededor de US$973 millones, la atribuyo al impacto adverso de la desconfianza generada por incertidumbres políticas internas y shocks externos.
Que siguen asechando nuestra economía, haciendo más turbulento el trayecto en el segundo semestre del año. De manera específica me refiero, uno, al aumento de la tensión comercial por la guerra de tarifa Trump-Xi Jimping que deprimió el comercio y la economía global. La OCDE redujo su pronóstico de crecimiento a 2.9% para 2019 y a 3.0% en 2020. Caída que en parte explica la desaceleración de nuestras exportaciones, más que las importaciones, y lo que resto el sector exterior neto a nuestro PIB.
Dos, a la crisis inesperada del petróleo causada por el ataque a refinerías de Arabia Saudita. La buena noticia es que, a diferencia del pasado, el brusco aumento de precio no se sostiene por las reservas en los Estados Unidos y otros países. Aunque no se debe perder de vista que si el precio medio que pagamos termina subiendo un dólar, la factura de importación del mismo volumen de combustibles aumenta alrededor de US$60 millones en doce meses.
Y tres, a un hecho inédito, una importante falta de liquidez en el mercado interbancario de EE.UU., hasta el punto de causar repuntes de los tipos de interés de 2% a 10% en una semana, teniendo que intervenir la Reserva Federal inyectando dólares para prevenir pánico. Como todo lo que sucede por allá impacta por aquí con mayor contundencia, con rapidez los efectos se trasladaron a nuestro mercado de las divisas, generando tensiones que crearon un diferencial entre tasa de cambio marginal y de operaciones normales, que desapareció cuando el Banco Central anunció la venta de US$100 millones, evitando se desarrollaran posiciones especulativas, lo que, además, contribuyó a que se mantuviera la depreciación del peso en línea con la inflación.
Enfrentamos otra realidad que no hemos podido borrar, el presupuesto público es deficitario, no está en condiciones de estimular la economía, aumentando el gasto de inversión como requiere el momento. La buena noticia es que como la decisión de consumir e invertir es muy sensible al abaratamiento del dinero y a menos burocracia en el crédito, aumenta la importancia de lo que dijo el Lic. Héctor Valdez Albizu el pasado viernes, que los fondos liberados del encaje legal también están disponibles para préstamos interinos destinados a construir viviendas.
Evita que el dinero se quede atascado, garantizando que continúe la tendencia reportada por estadísticas recientes, que debido al aumento de la demanda de préstamos para consumo de hogares e inversión de las empresas, las medidas monetarias están demostrando ser efectivas para afrontar la desaceleración del PIB.
Si además reducimos las tensiones políticas después de las primarias del 6 de octubre, no solo se recupera el producto que se perdió en el primer semestre del año, el PIB ganara fuelle entre julio-diciembre y la economía dará vuelta de tuerca para un crecimiento superior a 5% en 2019. Recordando que pronóstico no significa que ocurrirá, sino que son buenas las probabilidades de que ocurra.