Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen

Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen

Mientras el ciudadano Presidente Dr. Leonel Fernández Reyna se paseaba por Argentina, disfrutando de los buenos aires del Río de la Plata, y participando en la Cumbre de Jefes de Estados Iberoamericanos que favoreció “invertir más en Educación”, en este insoslayable renglón, base fundamental para del bienestar social y el desarrollo humano integral; y mientras su pueblo de manera masiva y pacíficamente representado por diferentes sectores de la sociedad se movilizaba activamente, lanzándose a las calles como pocas veces, bajo su sombrilla amarilla y la consigna del 4%, su ministro de Hacienda, Dr. Vicente Bengoa, cumpliendo instrucciones de su líder y mentor, elaboraba un proyecto insólito para derogar la Ley de Educación tantas veces violada por éste y anteriores gobiernos.

El Senado de la República, sumiso, mecánicamente, aprobó el presupuesto fue sometido por el Ejecutivo y derogó el 4% de la Ley de Educación con sólo tres votos disidentes. Se propuso con ello dar al traste con las movilizaciones e impedir que un recurso en inconstitucionalidad en proceso se detendría por falta de objeto: “Muerto el perro, se acabó la rabia”, dirían. En su ceguera y tozudez, no saben en el lío que se están metiendo.

No saben lo que es echarse encima a todo un sector de la clase media, con conciencia social y política capaz de motorizar al pueblo y de promover cambios profundos; la única dispuesta a desafiar al gobierno y enfrentarlo con las armas del Derecho y la Justicia, democráticamente, o con otras armas, si preciso fuera; la única clase vanguardista que históricamente ha demostrado que sí se puede. Desde la Revolución Burguesa de Inglaterra (1646) hasta la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, 1776 (Washington, Jefferson, Hamilton) y la Revolución Francesa, 1789 (Robespiere, Danton Marat.) La descolonización de España y los movimientos independentistas de América Latina, Siglo XIX; La Revolución Bolchevique, 1917 (Lenin, Trosky) la Mexicana del 1912, (Zapata, Obregón, Madero) y la Cubana, 1959, (Fidel, Guevara, Cienfuegos.)

Entre nosotros esos movimientos patrióticos libertarios encabezados por Núñez de Cáceres, 1821; Duarte y los Trinitarios, 1844; Luperón, Salcedo, La Restauración, 1865; hasta la Revolución de Abril, 1965 (Caamaño, Fernández, Bosch y Peña Gómez). Todos esos acontecimientos políticos que nos narra la historia, fueron inspirados, orquestados, desarrollados y dirigidos principalmente por ilustres ideólogos y dirigentes pertenecientes a esa clase vanguardista, apoyada por la juventud idealista y las masas desposeídas, las que no tienen nada que perder.

 Es la lucha sempiterna, de dos polos opuestos: la fuerza del mal contra la razón; de la prepotencia y dominio hegemónico, contra la sensatez; de la explotación y la desvergüenza, contra la igualdad y la decencia; de la impunidad y corrupción, contra la Justicia. Más temprano que nunca esa contienda injusta y desigual, quedará decidida a favor de los que luchan por ideas progresistas, no retardatarias; por la grandeza y dignidad de los pueblos, no por su explotación y marginación; por la solidaridad humana, no por el egoísmo deshumanizante; por la verdad histórica, aun cuando la veamos llegar lentamente, pero firme, como toda utopía.

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