Peregrinos «invaden» Roma

Peregrinos «invaden» Roma

CIUDAD DEL VATICANO (AFP) – Roma quedó colapsada este miércoles por una marea de centenares de miles de peregrinos dispuestos a esperar interminables horas para visitar la capilla ardiente del papa Juan Pablo II.

«En este momento en Roma hay más de un millón de peregrinos, y la zona del Vaticano no podrá recibir a más fieles», declararon responsables de los servicios de Protección Civil.

El tiempo de espera para ver durante algunos segundos los restos mortales de Juan Pablo II supera las 15 horas. Muchas personas están literalmente atrapadas en estas filas kilométricas que se extienden alrededor de la basílica de San Pedro.

Haciendo caso omiso a la cólera de los peregrinos, las autoridades romanas cortaron poco antes de la medianoche y por razones de seguridad el acceso de los fieles a las filas. Según los responsables, en ningún caso los devotos podrían llegar a tiempo para ver al Pontífice antes del jueves por la noche, cuando el templo tiene previsto cerrar para preparar la misa de réquiem del día siguiente.

«Ya estoy harto, me voy», afirmó enfadado Giovanni, un joven de la región de Toscana (norte). «Llevo 14 horas esperando. No hay más que 20 baños, no funciona ninguno y cuando quise volver a mi lugar, no me dejaron entrar de nuevo», añadió.

Esta peregrinación a Roma podría superar en volumen la que se registra en La Meca durante la cita anual de los musulmanes.

Atascos gigantes, calles cortadas, transportes públicos colapsados, toneladas de basuras acumuladas, hoteles repletos, redes telefónicas saturadas: el panorama desesperaba el miércoles a los miles de voluntarios repartidos por la ciudad, desconcertados ante semejante caos.

La situación se complicará más a partir del jueves, cuando además de organizar a las decenas de miles de fieles, autoridades, policías y servicios de Protección Civil tendrán que garantizar la seguridad y traslados de jefes de Estado y gobierno que acudirán al funeral.

El primer jefe de Gobierno extranjero que visitó la capilla ardiente de Juan Pablo II fue el mandatario estadounidense George W. Bush, quien el miércoles por la noche se arrodilló y rezó en la basílica de San Pedro.

Bush llegó acompañado de su esposa Laura, su padre, el ex presidente George Bush, y del ex mandatario demócrata Bill Clinton, así como de la actual secretaria de Estado, Condoleezza Rice.

Además de Bush viajarán a Roma en las próximas horas el secretario general de la ONU, Kofi Annan, los mandatarios brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, mexicano, Vicente Fox, español, José Luis Rodriguez Zapatero, el boliviano, Carlos Mesa, además de ministros, jefes de gobierno y miembros de Casas Reales del mundo entero.

Mientras se ultiman los preparativos para el funeral, los cardenales se preparan para elegir a un nuevo papa en un Cónclave que comenzará el 18 de abril por la tarde.

Este es el primer día hábil posible para convocar el Cónclave según las normas de la Constitución Apostólica, promulgada en 1996 por el propio Juan Pablo II.

En total, 117 purpurados tienen derecho de voto en este Cónclave, aunque ya se sabe que uno, el filipino Jaime Sin no podrá participar, por enfermedad.

Las votaciones se llevarán a cabo en la magnífica Capilla Sixtina, cerrada al público tras la muerte del Pontífice para acondicionarla.

Los cardenales, que permanecerán aislados en el recinto del Vaticano, que fue declarado por primera vez zona de Cónclave, no podrán revelar ningún detalle sobre las deliberaciones o votaciones so pena de excomunión.

En la prensa internacional y entre los vaticanistas, cobra fuerza la hipótesis de que el nuevo jefe de la Iglesia provenga de América Latina, la región con más católicos del mundo, donde varios cardenales se consideran »papables».

La elección del 264º sucesor de San Pedro se anunciará con la tradicional fumata blanca, a la que este año se unirá el repique de las campanas de la basílica de San Pedro.

El miércoles, los cardenales asistieron a la lectura del testamento espiritual de Juan Pablo II, unas 15 páginas escritas en polaco que serán divulgadas el jueves.

En ellas no se encuentra ninguna de las esperadas últimas voluntades prácticas, como por ejemplo el nombre del misterioso cardenal «in pectore» nombrado por el Papa en el último consistorio en 2003, un secreto que finalmente Juan Pablo II se llevó con él a la tumba.

Según el vaticanista del diario italiano Corriere della Sera, Luigi Accatoli, el texto es una meditación sobre la vida y la muerte, un último mensaje sobre el Evangelio que el Papa quiso enviar a la Iglesia en los albores del tercer milenio.

Juan Pablo II será sepultado en tierra bajo una sencilla lápida en la cripta de la basílica de San Pedro, en el mismo lugar que ocupó Juan XXIII hasta después de su beatificación en 2000.

Por seguridad, el espacio aéreo romano será cerrado al tráfico el jueves y viernes a aquellos que no dispongan de autorización expresa.

 

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