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Historias de un historiador maeño

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Sus libros, casi todos polémicos, reveladores, la mayoría agotados, se conocen más que él, historiador de novedades avalado por originales fuentes documentales y testimonios orales singulares, que se lanzó escribiendo el acontecer de la República tomando en cuenta, primero, las experiencias de sus protagonistas locales.

Pero las limitaciones para investigar y publicar hicieron que abandonara a Mao, desde donde atrajo la atención nacional con sus obras iniciales que echaron por el suelo  aseveraciones de los cronistas en torno a Desiderio Arias y pusieron en duda el prestigio tradicional de algunos apellidos honorables cuando dio a la luz “Revueltas y caudillismo”.

Rafael Darío Herrera reside ahora en Santo Domingo enfrentando múltiples responsabilidades como ejecutivo del Archivo General de la Nación que auxilia al director, Roberto Cassá. Las exigencias del cargo que lo mantienen activo y ocupado en horas extras, no han mermado lo que para él es como “alucinógeno”: la investigación histórica.

Ya escandalizó el ambiente intelectual cuando expuso el penoso comportamiento de Benito Monción, Federico de Jesús García, Juan Antonio Polanco y otros restauradores que se doblegaron ante Buenaventura Báez solicitando dádivas, promoviendo plebiscitos, envilecidos,  plegados ante quien sostiene Darío que instauró el primer modelo de dictadura dominicana, con su “conjunto de matones a sueldo y trogloditas” encabezados por “Baúl” y “Solito”, asesinos de sus opositores. “Excepto Cabral y Luperón, la mayoría de los restauradores, como bien afirma Alcides García Lluberes, no eran más que baecistas encubiertos”, manifiesta Herrera.

En “Montecristi entre campeches y bananos” denunció que Trujillo expropió las salinas de esa comarca, su fuente principal de ingreso, después que Manuel Mena, munícipe distinguido de la localidad, le expuso los beneficios que devengaría.

Así de impactantes han sido los ocho libros que han puesto en entredicho leyendas mantenidas por siglos como verdades y que le merecieron, en 2003, la designación de miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia y el reconocimiento y respeto de intelectuales que le seguían admirados desde que tuvieron ante sus ojos “Población, agricultura y política en Mao, 1880-1960”. Apreciaron que el hijo del primer enfermero que tuvo Valverde se nutría de nuevos veneros, investigaba, tomaba en cuenta el testimonio de testigos y actores trascendentes.

No se atreve

El libro que no se ha animado a llevar a la imprenta es el que escribió sobre Trujillo y las maeñas que fueron sus amantes, tema que, según él, nunca se ha tratado. “Mao es un pueblo muy pequeño donde mucha gente todavía es familia”, explica.

“Como resultado de mis investigaciones he logrado establecer vínculos, determinar el control que ejercía Trujillo sobre las mujeres de Mao, que formaba parte de un componente fundamental del dominio del Estado, era crucial controlar a las mujeres”, dice. Como en todo el país, agrega, “en Mao se desarrolló una cohorte de alcahuetes, de celestinos que se especializaba en entregar mujeres al dictador”.

Refiere el caso de un ex síndico que le llevó una de sus hijas al Generalísimo, de otra familia muy respetada que le ofreció una bella muchacha de su prole y cuenta que, “precisamente, la mujer de ese síndico le presentó a otra joven, hija también de un matrimonio “venerable” y el lío explotó en México porque la joven se fue allá donde vivía una hermana cuyo esposo se enfrentó a Johnny Abbes. Fue el caso de Tancredo Martínez, casado con Diana Madera”.

Se le comenta que Generoso Gómez, ayudante personal de Héctor Trujillo, declaró que era una maeña quien esperaba al “Jefe” en San Cristóbal  la noche que lo ajusticiaron. ¿El caudillo sentía fascinación por las hijas de Valverde?. “Trujillo visitó Mao más de 50 veces desde 1930 hasta que lo mataron. Tenía un interés particular. En el caso de una de las familias más relevantes, la Madera, Frexo Madera era un opositor radical, abierto, que donde quiera hablaba mal del régimen, la gente se iba de su lado por temor, y parece que Trujillo quiso humillarlo a través de la conquista de una de sus hijas”.

Añadió que cuando el llamado “Benefactor” visitaba a una de sus amantes maeñas preferidas, “Mao cerraba la calle principal, donde ella vivía”.

Perfil

Darío nació en Valverde el 18 de julio de 1955, hijo de Darío Antonio Herrera y Aminta Rodríguez. Estudió con sacerdotes salesianos y luego cursó filosofía pura y sociología en la UASD mientras ha cía maestría en ciencias sociales. Casó con Betania Bonilla, madre de sus hijos Darío José, Cinthia Betania y Natalia. Ha sido docente durante más de veinte años en las universidades Católica Madre y Maestra, Utesa y la Autónoma, después de haber devengado 380 pesos como maestro nocturno y asistir al director de un proyecto de la Unión Europea para la construcción de obras de infraestructura.

Se desempeñó dos veces como director del Centro Regional Universitario de Mao, Curno, y ha sido disertante de historia local en inmensidad de pueblos, en seminarios patrocinados por la Academia Dominicana de la Historia.

Profesor de historia dominicana, del Caribe, de la cultura, universal, impulsó un programa de capacitación de maestros   viajando dos años  de Mao a Puerto Plata.

Es el autor, además de “Américo Lugo en la Patria”, “Fabio Fiallo en la Bandera Libre”, y trabaja en la recopilación de artículos que Emilio Rodríguez Demorizi publicó en La Nación entre 1940 y 1945, en otros inéditos de Flérida y Sócrates Nolasco y en el que este historiador dejó sin publicar sobre la ocupación norteamericana.

También completa cartas inéditas de Ulises Heureaux, escribe dos capítulos para la “Historia del Pueblo Dominicano” que coordina la Academia, uno sobre la matanza de haitianos de 1937, con datos no conocidos del Fondo Presidencial, y “La vida cotidiana durante la dictadura de Trujillo”.

Tiene en preparación, Además, dos tomos sobre Juan Isidro Jimenes Pereira y “La vida de Santiago a través del Boletín Municipal, 1886-1925”.

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