Perfil
Los lienzos  magistrales de Margarita María Billini

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Agotó intensos recorridos por la República, visitó archivos, parroquias, renombradas familias,  y luego de una profunda labor de recolección de antiguas postales y de escuchar remotos testimonios, inmortalizó la Isla en sus lienzos magistrales.

En 1971 sorprendió a los dominicanos con una muestra que hizo historia por la originalidad, el valor documental de sus motivos y porque toda la colección completa fue adquirida esa misma noche.

Margarita María Billini Morales recreó en esa célebre exposición el Santo Domingo Colonial y el Presidente Joaquín Balaguer, que asistió a la inauguración, le comunicó que esa producción no le pertenecía a ella, sino al país. Eran prácticamente todos los monumentos del siglo XVI pintados en su estilo primigenio. Pasaron a ser patrimonio del Banco de Reservas.

La prensa editorializó destacando “el entrañable amor sentido por la distinguida artista por las cosas del ayer en la vetusta e ilustre ciudad de Santo Domingo”. A sus padres y a su maestro Abelardo dedicó Margarita la singular obra que refleja capillas, iglesias, hospitales, palacios virreinales, monasterios, fortalezas, la Catedral Primada, claustros, baluartes, fuertes, murallas, calles, casas, ermitas, cuestas, bastiones y otras edificaciones que han desaparecido, cambiado de fisonomía o están convertidas en ruinas.

Exigentes críticos la elogiaron, poetas le dedicaron versos, la casa se llenó de cartas y telegramas de felicitación y desde entonces, la exquisita pintora no descansó el pincel. A la memorable exposición siguieron “Homenaje a mi Patria” mostrando bellezas de estas tierras como los ríos Sonador, Pedernales, Anamuya, Haina, el parque J. Armando Bermúdez, Los tres ojos, la confluencia del Bao, laguna Gri-Gri, Macao, flamboyanes, cascadas, saltos y otros sitios de incomparable hermosura. Particulares agotaron esta vez la producción total. “Homenaje a mi Patria”, fue la expresión de su protesta contra la deforestación

Evangelización

La osteoporosis, el intenso dolor en sus manos no fueron óbice para que en 1990 la sensible artista realizara los cuadros de su tercera individual, “Tras las huellas de la Evangelización”, dedicada a Juan Pablo II, “Peregrino de la Paz” y que muestra casi todas las iglesias, capillas, emitas, catedrales, conventos, diseminados por la República, como fueron en sus inicios. “Píntame angelitos negros” fue parte de esta colección.

Antes de lanzarse, la incansable pintora había llevado al lienzo otros temas que son reliquia en las casas de sus tres hijos: José Antinoe, Alberto Emilio y Margarita María.  Muchas de las expuestas, “estuvieron un tiempo abandonadas y el escritor Marcio Veloz Maggiolo las rescató y colocó en el Museo de las Casas Reales”, se informó.

Sin embargo, la obra de Margarita Billini de Fiallo está dispersa y hoy es poco conocida.  Ella, maestra, filántropa, bienhechora, apenas es recordada por contemporáneos y familiares.

La aspiración del numeroso público que admiró y conoció la magistral destreza reflejada en sus cuadros es que se reúnan en una retrospectiva permanente que puedan conocer y apreciar estudiantes, turistas, investigadores del pasado y generaciones de criollos que no tuvieron el honor de solazarse en su rica producción, interrumpida con su retiro de este mundo el 12 de diciembre de 1990.

Margarita nació el 28 de noviembre de 1909, hija de Emilio Billini Bernal y Cristina Morales Guerrero. Cursó estudios en el Instituto de Señoritas Salomé Ureña, del que luego fue maestra, y de dibujo y pintura con Abelardo Rodríguez Urdaneta. En 1943 casó con Antinoe Fiallo Rodríguez, padre de sus tres hijos. Perteneció a diferentes instituciones caritativas, sociales, patrióticas.

Margarita Fiallo Billini de Salado, su hija, conserva en fotos, notas, álbumes, cuadernos, toda la trayectoria de su vida privada y su labor pictórica. El álbum de su boda, que preparó con las mismas manos con que confeccionó el original traje blanco, permite conocer apellidos, familias, calles, sectores, del Santo Domingo que tanto quiso, a través de sus invitados y direcciones.

 La devota hija cuenta que su madre comenzó a pintar su último cuadro en 1990, la iglesia de Salcedo, “pero lamentablemente no lo pudo terminar”.

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