Los medios de comunicación juegan un papel importante en la preservación de la democracia en el país y debido a los intentos de ponerlos al servicio de los gobiernos, políticos y empresarios, viven en continua vigilancia para evitar servir a los intereses que intentan manipularlos.

La afirmación parece romántica en un país donde los medios pertenecen a grupos empresariales, que como es natural, tratan de destacar las informaciones y opiniones convenientes a sus intereses llegando, en ocasiones, a imponer líneas editoriales que chocan con el criterio del personal de redacción y dirección.

Ante este conflicto ético, el periodista profesional se maneja dando cabida a informaciones y opiniones que, en ocasiones, contrarían la línea editorial del medio e incluso los intereses económicos de sus propietarios, todo en aras de preservar el derecho a la pluralidad informativa.

Este ejercicio democrático conviene a la empresa propietaria del medio porque conlleva una mayor credibilidad y aceptación en los diversos sectores de la sociedad lo que se refleja en la colocación de anuncios o publicidad, fuente tan importante de ingresos, que permite la existencia de periódicos gratuitos de excelente calidad.

Como es natural en un medio de estrechez económica, estos periódicos son los de mayor lectura y los que cuentan con más publicidad, al punto de parecer simples guías comerciales algunos días de la semana, sobre todo cuando los grandes supermercados y tiendas de la ciudad capital anuncian sus atractivas ofertas.

En definitiva, los medios de comunicación son empresas capitalistas liberales y plurales, por imperativos de la ley de la oferta y la demanda, y de paso rinden un inestimable servicio a la democracia y a la sociedad.