El periodismo y la literatura no tienen nada que ver el uno con la otra. Lo único que hay de común entre literatura y periodismo es que ambas actividades se “realizan” en la lengua, en cada lengua. Es obvio que también “en la lengua” hacemos negocios, cantamos y hablamos, cosas sin ninguna conexión con la literatura ni con el periodismo. Los periodistas hacen periódicos; los literatos hacen novelas, poemas, ensayos; el “producto” del quehacer de los periodistas es el periódico. Los frutos finales de la producción literaria son poemas, ensayos, novelas. Deberíamos juzgar el periodismo y la literatura a partir del examen de las criaturas engendradas por quienes cultivan esos oficios.
El periodismo es un servicio público. Ofrece a lectores y suscriptores un “mosaico” de los “sucesos” más importantes que ocurren en diversas áreas de la sociedad: política, economía, deportes, cultura, espectáculos. El periódico “vende” noticias, opiniones de expertos, consejos del hogar, entretenimientos. Y cobra por insertar en sus páginas publicidad comercial. Se redacta utilizando técnicas auxiliares de comunicación. Mikhail Baryshnikov, gran estrella rusa del ballet clásico baila maravillosamente. Lo hace con las piernas y las puntas de los pies; pero Baryshnikov también camina todos los días… con las piernas y los pies. En el primer caso ejercita un arte escénico de primer rango; cuando camina cumple una ordinaria función locomotriz, como todos los seres humanos.
Las piernas sirven lo mismo para andar que para bailar; idéntica lengua usamos para la literatura y el periodismo, con fines completamente distintos. No podremos nunca equiparar el poema con la carta comercial. El servicio público que es el periodismo incluye los números telefónicos de la Cruz Roja y los bomberos civiles; y hasta horóscopos y recetas de cocina. El periodismo desde luego, no tiene relación con la astrología ni con la “alta cocina”.
Es un mero vehículo portador de noticias, opiniones, publicidad. Entre los temas que un periódico puede servir a sus lectores está la literatura, sea ensayo, cuento o poesía. Algunas veces los “literatos” se entrenan en el periódico y allí logran ganarse la vida; otras veces los periodistas terminan “gozando” de la literatura… o escribiéndola. Los periodistas, con razón, estamos orgullosos de ejercer este oficio. Contribuimos a la formación de la opinión pública… (Año 2000).