Pero nunca podrán matar el sueño

Pero nunca podrán matar el sueño

La lucha de los pueblos por lograr su independencia, su soberanía, el autogobierno, es una tarea de todos los días, conocedores de que tratamos con la peor de las fieras: los intereses económicos.
Cuán difícil le resulta a América, la que le dolió a Simón Bolívar, a Juan Pablo Duarte, a José Martí a todos aquellos titanes, alejarse de la miel de lo prohibido y mantener en alto su dignidad.
Se robaron el oro, la plata, nos inocularon desconfianza, sembraron cizaña para que la solidaridad no floreciera, mataron los indios o los convirtieron en despreciados humanos, muchas veces tratados peor que animales domésticos.
Usaron nuestros recursos para atar nuestro pensamiento a su cosmovisión, que solo apuntaba hacia su beneficio y nos engañaron, nuevamente, haciéndonos creer que no somos capaces, que no podemos.
Ahora, cuando comienza a levantarse en el horizonte una nueva forma de hacer, que trabaja en la construcción de una América, fuerte, solidaria, independiente, cuando las fuerzas y las voluntades se asoman en el horizonte con el pensamiento de lucha inspirado en los forjadores de la independencia, entre hermanos del mismo origen, fruto de voluntades, sueños maduros para ser convertidos en realidades, enemigos de dentro y de fuera se prestan a construir el retroceso para que volvemos a sufrir las cadenas de la esclavitud política y económica.
Esas cadenas no se ven, pero existen, están ahí.
Ya no se precisa de grandes barcos y movilización de tropas para arrodillar a los pueblos. Ahora basta con que gobiernos manejados por bandidos de cuello y corbata, trabajando para los enemigos de la Patria, se dediquen a robar los recursos del erario, a desequilibrar los presupuestos nacionales, a buscar empréstitos en el extranjero y a ceder cada día una buena parte de nuestra soberanía económica.
Ahora no vienen los barcos ni las tropas, basta con que los gobiernos corruptos roben tanto que gasten más de lo que ingresa por impuestos y los organismos internacionales digan ¡basta ya! y cierren la llave de los préstamos.
Esos titiriteros que nos manejan con hilos invisibles parecen haber logrado uno de sus principales propósitos: destruir el hasta ahora exitoso movimiento que busca completar la independencia, esta vez, la independencia económica.
El laborantismo de las potencias que fuerzan por mantener la hegemonía en el mundo, ya desplazó a Cristina en Argentina, lucha por sacar a Evo en Bolivia, atenta contra Correa, en Ecuador.
Lo menos que se puede aspirar, en esta hora aciaga, es que Lula y Dilma resulten inocentes de corrupción, para que renazcan el sueño y el espíritu de lucha.
Porque como dijo Ralph Abernathy en el entierro de Martín Lutero King: “podrán matar el soñador, pero nunca podrán matar el sueño”.

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