Hoy decidí caminar en las calles de mi entorno geográfico, me di cuenta que la magia de los cambios no se han reflejado en las ranuras y en los espacios de la sociedad. Salí a caminar con mi bella esposa, anduvimos como aquellas mariposas que revolotean sus alas para sentir y percibir la belleza de la creación depositada en la majestuosa Quisqueya. De repente nos dimos cuenta de los mismos conflictos sociales, los mismos ruidos y acciones caóticas. El revoloteo emocional se detuvo dentro de mi ser, la belleza de aquella Quisqueya se opacó. Pero…aún así decidí seguir creyendo en mis fantasías que me impulsan a vivir y a promover un mejor país.
Escuché los motores acentuando sus ruidos informales, como si desearan hacer daño en cada tímpano de los transeúntes. Pero no todo se queda ahí, los four wheel interrumpían la tranquilidad de una comunidad ecológica con sus ruidos diseñados para las pistas de carreras. Pintaban con sus gomas figuras de 360 grados, círculos oscuros y vacíos. Se comportaban como si estuvieran bajo el efecto de aquel polvo blanco. Pero nada, es un país donde la “democracia” domina. Luego llegó una colección Buggy, juguetitos de suma millonaria. Todos en fila india y destinados a romper el orden social. El ambiente se reflejaba como un Armagedón, pintando la batalla entre la paz y la agonía, entre el silencio y la bulla, entre la desesperación y la tranquilidad. Así es, el ambiente reflejaba la agonía de esos seres humanos tratando de mostrar todo su estiércol adquirido en un sistema motivado por los bienes transitorios. Pero…aún así decidí seguir creyendo en mis fantasías que me impulsan a vivir y a promover una mejor comunidad.
Súbitamente apareció un vehículo cuyo sonido era más grande del que podíamos resistir. Su intención era promover un producto social. Dicha conducta ya estaba proyectando el futuro de ese producto: Ruidos cargados de ansiedad, corrupción, ambición, desesperación, imponiendo al pueblo sus deseos de forma subliminal. Cada movimiento de ese cuadro social reflejaba el hambre y deseo de reinar para sacar provecho de un pueblo que se auto flagela y desea ser engañado de forma repetitiva. Pero…aún así decidí seguir creyendo en mis fantasías que me impulsan a vivir y a promover un mejor sistema que nos permita disfrutar la belleza de Quisqueya.
El mal no siempre podrá reinar. La oscuridad corre al llegar la luz. Por eso seguiré creyendo en la vocación y en la visión que llevo en los tuétanos de mi ser. Aún así continuaré buscando lo mejor para los demás y para esta sociedad confundida por los laberintos existenciales y sociológicos que se palpan. Espero que tú te sumes al conjunto de soluciones para mermar la pobreza mental que se refleja en el diario vivir de nuestra sociedad. En países como el nuestro la praxis debe ser el testimonio de los dogmas sociales que lanzamos al aire. Pero…aun así, aún así…