UBI RIVAS
Con el arrase por el PLD en las elecciones del 16 del presente mes, en las que ganó 26 provincias y apenas dejó cinco al PRD y ninguna al PRSC, el suceso cívico convida a una reflexión que arropa a los tres partidos principales con miras a las elecciones congresionales y municipales de 2010 y las generales de 2,012.

El PLD obtuvo 2,199,734 votos o un 53.83% de un total de 4,113,644 electores, y el PRD 1,654,066 o el 40.48% y el PRSC 187,645 o el 4.59%.

El PRD se ufana de haber obtenido una mayor puntuación que en las elecciones de 2004, que es de considerarse observando que el PLD logró fijar la efigie de Fernández en 12 cuadros fáciles de identificar en 700 mil analfabetos, pero no tanto porque siempre quedar en un segundo lugar no es lo ideal.

El PRD acusa a Leonel de engullir al PRSC y usar los recursos del Estado en la duodécima reelección que se concretiza desde que el presidente Ulises Heureaux, el terrible Lilís, produjo la primera el 27-11-1888 y la segunda un año después el 27-11-1889, inicio de la tragedia que culminó en un charco de sangre en Moca el 26-07-1899.

Como consecuencia de la imposición de Leonel en la justa, en verdad no solamente el PLD se enseñorea superior políticamente, sino que dispone del único líder que cuenta el país ateniéndonos a que “líder es quien siguen las mayoría”.

El PRD debe y tiene que purgarse, remozarse, aupar figuras nuevas porque las actuales, presentes por cuatro décadas, están erosionadas, gastadas, aún los jóvenes que ingresaron a posiciones dirigenciales de nueva trova no impactan, y los retazos del PRSC se asimilarán cada vez más al líder nuevo, suspirando inermes el saudade del viejo caudillo civil que los condujo como rebaños y también diseñó sus exequias.