Perro huevero, aunque le quemen el hocico

Perro huevero, aunque le quemen el hocico

HAMLET HERMANN
Buscaba con afán en el librero cuando mis manos torpes me llevaron hasta uno de portada roja, descolorida por el tiempo, que provocó infinitos recuerdos. Se titula “White Paper White Wash” y contiene entrevistas a Philip Agee, antiguo funcionario de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) quien denunciara en varios libros la guerra sucia de ese organismo.

Veintisiete años han pasado. Eran aquellos los tiempos de Ronald Reagan en la Presidencia de Estados Unidos, quien no se ocupaba de disimular su odio contra todo lo que significara liberación nacional. Para él, las aspiraciones libertarias y democráticas equivalían a “terrorismo internacional”.

Recorrí el índice de la obra. Para mi sorpresa, parecía haber sido escrito en 2008. Con sólo cambiar algunos nombres, se correspondería con el momento que vive la humanidad desde que George W. Bush llegó a la Casa Blanca de Washington. En la página 7, Philip Agee dice: “Traigo a colación esto para el caso de que alguien tenga la ingenua idea de que la CIA ha dejado de falsificar documentos en los años recientes.” El primer capítulo se titulaba “Documentos Falsos de la Embajada de Estados Unidos en Irán”. A continuación trataba “Los Casos de la Falsa Documentación y Falsos Reportajes de Prensa Preparados por la CIA”. Entonces pasaba a tratar en detalle nueve casos de falsedades inventadas por el espionaje estadounidense dentro de su histeria de la “guerra fría”.

Uno se refiere a los documentos adulterados por la CIA en 1960 para provocar la ruptura de relaciones diplomáticas del gobierno peruano con Cuba en diciembre de 1960.

Otro es el caso de la falsificación de papeles para provocar el golpe de Estado contra el presidente Carlos Julio Arosemena en Ecuador, en 1963, porque se negaba a romper relaciones con Cuba.

Las cuarta y quinta adulteraciones mostradas en esta obra estuvieron encaminadas por la CIA en Uruguay para provocar la ruptura de relaciones con la URSS. En los papeles creados por los espías de Estados Unidos trataban de demostrar que la URSS dirigía los sindicatos uruguayos desde su embajada en Montevideo.

A seguidas aparecen las mentiras “made in USA” que lograban tergiversando reportajes que se transmitían entonces a través de una agencia de noticias en Argentina. Incluso se referían a acciones que realizaba Estados Unidos contra Cuba que, luego de manipuladas se atribuían a los soviéticos, a quienes acusaban de actuar contra las democracias latinoamericanas.

El caso más exagerado fue el “fabricado” desde Lusaka, denunciando las violaciones sexuales de soldados cubanos en Angola. En ese caso llegaron hasta a filmar cuando los supuestos violadores eran capturados en combate, luego eran enjuiciados por las mismas mujeres violadas, quienes luego ejecutaron con sus propias manos a los cubanos. Todo fue falso y fabricado por la CIA, pero se difundió por el mundo como una realidad.

En este libro, Agee también presenta casos en los que la CIA ha fabricado documentos para inmiscuirse en las campañas políticas internas de Estados Unidos. Muestra como Howard Hunt, desde la Casa Blanca, elaboró documentos para implicar directamente al fenecido John F. Kennedy en el asesinato del Presidente vietnamita Ngo Dimh Diem. El propósito entonces era desacreditar a Edward Kennedy, en ese momento el principal opositor a la reelección de Richard Nixon.

Cierra el capítulo de las distorsiones un supuesto alijo de armas procedentes de los países socialistas encontradas en Venezuela en 1963 y que la CIA atribuyó entonces a la Revolución cubana.

Vistos esos casos de falsedades, en 2008 el estilo sigue siendo el mismo de la CIA. Por ende, no debían sorprendernos las acusaciones que ahora hacen las autoridades colombianas contra Venezuela y el presidente Hugo Chávez, supuestamente obtenidas de una computadora que sobrevivió a un bombardeo descomunal. Lástima que el presidente Uribe no informe públicamente de qué marca y modelo es esa “laptop” para que así el mundo entero pueda comprar el equipo más resistente que alguien pudiera imaginarse. Y la empresa que la produce pudiera comercializarla como capaz de soportar bombardeos aéreos y ametrallamientos terrestres. Aunque nunca será inmune a las falsificaciones de la CIA y sus serviles aliados.

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