Continúa siendo una necesidad básica, sin la cual una sociedad no puede funcionar, organismos creíbles y personas que gocen de la confianza de la gente: Públicas, privadas, civiles y militares. Solo así podremos arribar a un país verdaderamente institucional, pero lamentablemente, y con sobrada razón, la sociedad mantiene suspicacia frente a una parte importante de quienes la dirigen u orientan, porque su accionar deja mucho que desear.
Y mucha culpa lo tiene la política o politiquería, porque venimos arrastrado lastres negativos, que a través del tiempo se han ido agigantando, enquistando y sofisticando, hasta convertirse en modelos tergiversados de éxito, con el beneplácito incluso de importantes sectores de poder que igualmente se han aprovechado o beneficiado de esas malas prácticas.
Sin embargo, a pesar de que en sentido general ése pudiera ser el sentir de las mayorías, el país cuenta felizmente con instituciones y personas que con su accionar han sido capaces de vadear vendavales y resistir los embates de acciones u opiniones que han pretendido descalificarlos o colocarlos en situaciones difíciles, frente a sus organizaciones, empresas, familias y sociedad.
Me refiero, entre otros, a periodistas, comunicadores, medios, pero ahora de manera específica a empresas y personas que se han dedicado a realizar estudios de opinión durante los procesos electorales, en especial a los que trabajan para medios de comunicación, quienes estuvieron en la mirilla de los más importantes sectores del país, puesto que como la confianza y la credibilidad se han ido perdiendo, sin darse cuenta incluso los propios partidos, la gente busca referentes para de alguna forma darle credibilidad a las cosas que se dicen y a los datos que se aportan.
Conozco o soy amigo de casi todos los que se dedican a este tipo de labor, pero particularmente quiero referirme al estimado amigo Rafael Acevedo, quien para nadie es un secreto, sufrió los mayores embates de opinión, no solo por la empresa que representa, sino porque junto a otros, la gente lo ha convertido en puntos de referencia sobre la veracidad de las encuestas y eso lo hace blanco de ataques.
Rafael Acevedo lamentablemente quiso ser satanizado siendo un hombre entregado a las cosas del Dios. Le lanzaron dardos que llegaron incluso a permear a quienes lo conocemos de años, porque vivimos en un país donde casi todo está en tela de juicio; sin embargo, muchos que aún esperanzados en que sus números se equivocaran porque apostábamos a la oposición, le dimos gracias al Señor porque un hombre bueno y sano de corazón y mente como él, que probablemente ni ganó ni perdió, quedó bien frente a una sociedad que ha ido perdiendo referentes en quién confiar.
Pero eso lo compromete mucho más a él como a los demás que realizan esos importantes estudios, a ser fieles con su labor por encima de las simpatías, presiones o poder de cualquier índole, a continuar siendo creíbles en una sociedad de dudas.