Personas y terremotos

Personas y terremotos

El Papa Francisco ha nombrado un nuevo nuncio apostólico en Haití. Es todavía un hombre joven, pues fue ordenado sacerdote a los 24 años, en 1983; la información periodística que acompaña su nombramiento indica que habla inglés, francés, alemán e italiano; y que ha ejercido funciones diplomáticas en las islas Seychelles y Reunión; por tanto, debe conocer el lenguaje “creole” de aquellos lugares. El Papa Francisco ha dicho que “no puede haber verdadera reconstrucción de un país sin que exista la reconstrucción de las personas en su totalidad”. Insistió en que “la persona es el centro de la actividad de la Iglesia”.

Para los dominicanos es muy importante saber quién es nuncio en Haití y cuáles son las ideas del Papa acerca de la sociedad haitiana. Anteayer, un viejo amigo me informó que Franklin Delano Roosevelt, en su campaña política de 1920, se ufanaba de haber sido el redactor de la Constitución haitiana de 1918. Esto ocurrió siendo Roosevelt sub-secretario de marina, durante la intervención militar norteamericana de ese país, que empezó en 1915 y terminó en 1934. Así como Jefferson estaba orgulloso de haber redactado el Estatuto de la Universidad de Virginia, Roosevelt decía que la de Haití era una “muy buena Constitución”.

Roosevelt valoraba su Constitución desde puntos de vista, políticos y culturales, propios de anglosajones; no así los haitianos, que no tardaron en violarla y derogarla. La Constitución de Philadelphia, que ha sido la base del ordenamiento político del Estado norteamericano durante 200 años, tampoco hubiese sobrevivido en Haití. Hay un proverbio haitiano que afirma: “bayonet se fer, contitisión se papié”. En “creole” significa: “la bayoneta es de hierro, la Constitución de papel”. Las diferencias entre Jefferson y Madison y Dessalines y Cristóbal no son únicamente raciales sino, primariamente, culturales.

El Papa Francisco parece sugerir que la reconstrucción física de Haití, destruido hace cinco años por un terremoto terrible, requiere de una nueva actitud de las personas afectadas. La comunidad internacional puede ayudar más; pero los propios damnificados no deben seguir “explotando” políticamente su desgracia; ni el Estado haitiano cubriendo todos sus gastos con donaciones. La RD no resiste cargar con más inmigrantes. Los grandes políticos “desactivan” a tiempo los conflictos sociales.

 

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