Perú: una elección con partidos políticos débiles y cada vez más desacreditados

Perú: una elección con partidos políticos débiles y cada vez más desacreditados

LIMA, – Perú batirá un récord el 10 de abril con la cuarta elección presidencial consecutiva en su historia, bajo la paradoja de carecer de partidos políticos sólidos, que en cada proceso resultan más golpeados y desacreditados.

A pesar de que el país se ubica en una región ideologizada, tres de los últimos cuatro presidentes han carecido de experiencia política e ideología definida, y el sistema de partidos no se ha podido recomponer en más de tres décadas.

«Los partidos en Perú no logran reconstituirse luego del desplome ocurrido con Alberto Fujimori en la década de 1990», asegura a la AFP el experto en temas electorales Fernando Tuesta al evocar la primera elección presidencial del entonces desconocido Fujimori contra el ya famoso Mario Vargas Llosa, como punto clave de la crisis: cerró el Congreso, diluyó a los partidos y se apoderó de las instituciones del Estado con el beneplácito de la población.

La época de guerra interna (1980-2000) con guerrillas maoistas y guevaristas sembrando terror en el país, también complicó la actividad partidaria, ya que alcaldes y políticos de partidos democráticos eran blanco de los ataques.

¿El fin de los partidos?. Para Tuesta «es muy probable que la elección de 2016 marque el fin de los dos únicos partidos clásicos e ideológicos de Perú: el socialdemócrata partido Aprista y el socialcristiano Partido Popular Cristiano».

Ambos corren juntos bajo la Alianza Popular, con Alan García en pos de un tercer mandato y con 6% de las preferencias.
La caída de García en los sondeos, sumada a la del expresidente Alejandro Toledo, este último con menos de 1%, aceleran la necesidad de un relanzamiento de las agrupaciones, sin sus caudillos históricos.

Según dijo el politólogo Alberto Vergara al diario El Comercio, puede ser el momento para que el Apra se plantee una vida post-Alan. En el partido de Toledo, Perú Posible, «como los faraones egipcios, él se va a ir al otro mundo con todo lo que poseía».
A esta debacle se suma el gobernante Partido Nacionalista, del presidente Ollanta Humala, que desistió de presentar candidatos a la presidencia y al Congreso.

El único grupo sólido que existe desde hace una década es el conservador Fuerza Popular, de Keiko Fujimori, hija del exmandatario -quien hoy purga condena por crímenes de corrupción y contra los derechos humanos- y favorita para ganar los comicios del domingo.

Electores y caudillos.«Los líderes se han enquistado en los partidos, sin mecanismos de alternancia, para perpetuarse, muchos acusados de corrupción.

Así generan una cúpula dentro del partido y reglas de juego. Son ellos los que han hecho esa ley monstruo de partidos políticos bajo la que ahora tienen que actuar las autoridades electorales», dijo Luis Benavente, especialista en encuestas.

La ley, aprobada a contrarreloj por el Congreso saliente, sanciona con la expulsión a los candidatos que entreguen dávivas en campaña y a quienes incurran en faltas en sus elecciones primarias.

Tampoco limita las renuncias. A la fecha, de los 19 inscritos en enero solo quedan 10 en liza, entre expulsiones y renuncias. La norma ha sido criticada por la OEA, que habló de elecciones «semidemocráticas».

Para el analista Vergara, «el origen del desmadre está en el delirio de creer que se puede legislar sobre partidos donde no existen partidos. Es como si en Lima -donde no llueve- se legislara sobre tormentas tropicales».
«En Perú lo único que hay son electores, los partidos no tienen seguidores. La gente quiere hacer política al margen de los partidos. Busca puestos de trabajo o cosas materiales», señaló Tuesta.
El escenario de crisis de identidad con los partidos llevó en los últimos 25 años al surgimiento de nuevos movimientos caudillistas cuya vida gira en torno al líder. Ese fue el caso de Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y Ollanta Humala, quienes acabaron como presidentes por ser caras nuevas en su momento.
En Perú existen formalmente más de 20 agrupaciones, aunque sin poder real, que respaldan a sus fundadores caudillos o funcionan como vientre de alquiler.

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