Pervertimiento social

Pervertimiento social

SERGIO SARITA VALDEZ
Ni siquiera la tecnología más sofisticada del mundo moderno puede garantizar la pureza absoluta en campos como la física, química, biología, psicología, o la sociología. Ciertamente que todo es susceptible de ser medido pero no con una exactitud total. Resulta lógico y correcto asumir que los extremos se tocan.  Esto último implica por ejemplo que entre el bien y el mal existe una linea divisoria imaginaria en donde es casi imposible distinguir el uno del otro por lo que obliga a trazar esa raya arbitraria. La democracia como forma ideal de gobierno del sistema socioeconómico predominante tiene sus fortalezas y debilidades.

Sin caer en el escepticismo doctrinal debemos reconocer que vivimos en un universo cambiante y que por lo tanto nada en él es eterno. Se modifican las costumbres, unas veces de manera conscientemente dirigidas, mientras que en otras ocasiones son alteradas de un modo anárquico. Los Estados han surgido como resultado de la necesidad que tienen los grupos sociales dominantes de imponer las reglas que acorde con sus intereses son las que deben regir el comportamiento de la colectividad.

399 años a. de C., Platón transfería a la escritura las enseñanzas de su maestro Sócrates, brotando de su pluma a guiso de diálogo uno de sus tratados denominado La República. En dicho libro se habla de la diversidad social como una consecuencia de la evolución histórica de cuatro regímenes, a saber: Tinarquía, Oligarquía, Democracia y Tiranía. Recordemos que Platón nació y se crió bajo el mandato de la democracia ateniense de Pericles y que sus tres primeras décadas transcurrieron en una ininterrumpida situación de guerra y abusos. Ello explica el que mucha gente, incluidos todos los alumnos de Sócrates,  se alegrara con la caída de la democracia griega y la instauración de un gobierno de treinta magistrados de postura antidemocrática y filoespartana. 

El Estado platónico idealiza la estructura de la anatomía funcional humana. Así como en medicina se habla del sistema respiratorio, cardiovascular, nervioso central, o renal, nuestro filósofo se refiere a las clases sociales del Estado: los gobernantes, filósofos y legisladores; los guerreros; y los comerciantes y artesanos. De los gobernantes y legisladores nos dice que deben tener como virtud la prudencia. El gobierno es responsable de la educación general. Los ciudadanos, una vez educados son clasificados para adecuarlos a una de las clases sociales.

Por cuatro largos y dolorosos años en el inicio del presente milenio la sociedad dominicana vivió el anti-ejemplo de gestión gubernativa moralista ya que durante ella  fueron tenues o casi inexistentes  la decencia, ética, respeto, dignidad, seriedad, responsabilidad y la honradez en el manejo del quehacer estatal. En cambio brillaron y dieron muestra de fuerte presencia avasalladora el insulto, la intolerancia, el afán de lucro, la burla, el cinismo, la prepotencia, el descaro, la vulgaridad, el latrocinio, la corrupción y el narcotráfico.

La proliferación de espacios de aliento al morbo y a la violencia en la radio, televisión y medios escritos estuvieron a la orden del día. Por ello no debe extrañar que todavía sigamos cosechando los frutos de aquella maléfica siembra. Gente armada por doquier, puestos de venta de drogas en las esquinas de los barrios más populosos de nuestras grandes urbes, conciertos y ritos satánicos, exhibicionismo indecente, prácticas sexuales abiertas en contradicción con las normas y conductas tradicionales de nuestro pueblo fueron plantadas por malvados sembradores.

Corresponde al actual gobierno corregir los entuertos para que la población no se decida por odiar a la democracia como hicieran los socráticos de la antigua Grecia y en lugar de ello la hagamos una democracia cada más participativa en la que cada dominicano reivindique como legítimas y alcanzables las metas de nuestros fundadores que eran las de una patria digna donde sus hijos pudieran crecer sanos y felices.

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