La mayor parte de estudios con población arrojan algunos efectos beneficiosos, particularmente contra enfermedades del corazón, pero los resultados han sido sorprendentemente inconsistentes. Lo interesante es que algunos estudios importantes, en particular un estudio de Harvard Health Professionals de 1995, encontró que el consumo de pescado no reduce el riesgo de enfermedad cardiaca, pero puede reducir el riesgo de morir a causa de esta. Un estudio de 1997 que observó 1,800 hombres del área de Chicago durante 30 años encontró que los que comían el menos ocho onzas de pesado a la semana tenían un riesgo 40% más bajo de ataque al corazón fatal que los que no comían pescado (el estudio no siguió los ataques al corazón no letales). Algunas investigaciones también siguen los efectos del pescado sobre el riesgo de una muerte súbita por causa del corazón. En 1998, el Physician Health Study encontró que hombres que comían pescado al menos una vez por semana tenían un riesgo tenían un riesgo 50% más bajo de un fallo cardiaco mortal, pero al menos otros tres estudios contradicen este resultado.

¿Y qué hay con la artritis reumatoide y otros males inflamatorios?

Aquí puede ser donde el aceite de pescado sea más promisorio, aunque las investigaciones son preliminares. El aceite de pescado puede ayudar a aliviar los síntomas inflacionarios de estas enfermedades de auto-inmunidad al suprimir la respuesta inmunológica. Más de una docena de estudios han indicado que altas dosis de suplementos de aceite de pescado ingeridos en un plazo largo y con medicamentos para el dolor pueden reducir la inflamación en las articulaciones, aliviar la rigidez matinal, y disminuir la fatiga en personas con artirtis reumatoide. También hay algunas pruebas preliminares de que el aceite de pescado puede ayudar a disminuir el escozor y el enrojecimiento de la psoriasis, otra enfermedad auto-inmunológica.

¿Existe omega·3 en las plantas?

Sí. Pero los vegetales verdes y algunos aceites vegetales (nueces, canola, linaza) contienen solo ácido linoléico, un omega-3 de cadena corta, no los ácidos grados de cadenas más largas presentes en el aceite de pescado. Los pescados son capaces de convertir el ácido linoléico de las algas y otras plantas marinas en EPA y DHA, pero los humanos solo lo hacen en un grado limitado.

¿Las cápsulas de omega-3 tienen efectos adversos?

Persisten algunas inquietudes:

 Una capacidad menor de que la sangre se coagule tiene un lado negativo, en particular ante el riesgo de un choque hemorrágico. Las personas con problemas de sangramiento, los que ingieren anticoagulantes, o los que padecen de hipertensión descontrolada (que ya están en riesgo de una apoplegía no deben tomar cápsulas de aceite de pescado.

 Dosis altas pueden provocar náusea, diarrea, eructos y un mal sabor en la boca.

 Al igual que el resto de las grasas, los omega-3 son fuentes concentradas de calorías: algunas dosis  recomendadas aportan 200 calorías al día.

 El aceite de pescado líquido o en cápsulas puede contener pesticidas u otros contaminantes. Por lo general se eliminan en el proceso de producción, pero no hay garantía.

 El aceite de  hígado de bacalao es  muy  rico en vitaminas A y D, que  puede ser tóxico en altas dosis.  No hay motivos para consumirlo.

 Grandes dosis de aceite de pescado pueden suprimir ciertos aspectos del sistema inmunológico. Conclusión: Recomendamos el aceite de pescado, pero no los suplementos. Excepciones: si usted padece de artritis reumatoide o psoriasis, vale la pena probar con las cápsulas, pero consulte a su médico. El pescado por sí mismo es uno de los mejores alimentos. Además, su aceite es rico en proteínas, hierro, vitaminas del grupo B y otros nutrientes, y puede ocupar el lugar de las carnes que son altas en grasas saturadas. Los estudios que encuentran que el pescado mejora la salud del sistema cardiovascular sugieren que dos reaciones a la semana son suficientes. En realidad, más de esa proporción no resulta necesariamente mejor para su salud.