Pesimismo y amargue: industrias culturales lucrativas

Pesimismo y amargue: industrias culturales lucrativas

El sentimiento o pensamiento pesimista que, real o supuestamente, ha caracterizado la mentalidad del dominicano “que piensa”, es un componente de  una ideología dominante que concibe al mulataje criollo como inferior al blanco, con el agravante de que el blanco, si es de aquí, es sospechoso de compartir la inferioridad general, que se conjuga con el aislacionismo criollo y otros sentimientos de inferioridad que el colonializante han insuflado en la cultura nacional. El dominicano es malo, bruto, haragán y ladrón, gastador, incapaz de postergar satisfacciones, imprevisor ¡Por naturaleza!

Nuestros defectos son una cuestión empírica, que están a la vista, pero ello no implica que los hayamos heredado por designio divino no por mezcla de genes.

El error consistiría en creer en el fatalismo o inevitabilidad de esa condición o destino. La mezcla racial generalmente produce mejores genes; la cultural puede resultar en sincretismos no racionales ni funcionales. Pero lo que sí atrasa y degrada es la pobreza a la que han sido sometidos nuestros pueblos por parte de los imperios.

Santana,  Báez y otros sembraron la idea de que el país no es viable y se propusieron entregarlo a una potencia, venderlo por pedazos, o someterlo subrepticiamente a los poderes imperiales.

Actualmente predomina el “sálvese el que pueda”, “dame lo mío”,  y los demás, que se fastidien.

Consecuente, el dominicano, particularmente el de abajo, carece de futuro, sin oportunidades válidas en las escuelas y el mercado laboral; tiene que buscárselas a las malas.Los pobres pueden ser peloteros o vividores, dentro de un marco azaroso, que involucra las apuestas, la santería pseudo católica. Un machismo, exacerbado, para compensar, disfraza su desgracia con la alegría  superflua y alienante del bullicio, y el activismo incesante, encubridor de violencia, agresividad, que destroza día a día las reglas de vida civilizada.

Llorón y agresivo, adora a su madre pero maltrata a su mujer. Se expresa y se encuentra en la bolerística del amargue, que también es burla a la mujer y a los sentimientos más nobles; o en un merengue “urbano” grosero, descaradamente vulgar, sensual y lascivo.

Escapismo, alcohol, droga, lotería, hechicería, santería, asalto al erario. Promovidos por la industria “cultural” de la música, de los vicios y por el propio Estado, con el contubernio de una pequeña burguesía, izquierda festiva, pseudo intelectual. ¡Vamos arriba y no te apures…! Consume la “Alegría del país”. Buena es la sana diversión, pero no es admisible que a la cultura dominicana se la crucifique entre dos maderos transversales: El del pesimismo-amargue, producido ideológico de dominación; y el del extremismo imperialista-neoliberal y las industrias de “diversión”, la música popular, la publicidad; con la política continuista y clientelar de fondo.

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