Pesquisas policiales

Pesquisas policiales

–No señor; no vi cuando entró el motociclista; había salido del taller a entregar un trabajo; cuando llegué, ya estaba muerto mi ayudante. –¿Usted escuchó las palabras que dijo su ayudante antes de morir? –Ya le dije que en el momento de ocurrir los hechos no me encontraba aquí. –¿Antes de eso, le oyó mencionar algún nombre? –No, señor, parece que él se refirió a lo mal que viven los jóvenes de los barrios pobres; pero no habló de ninguno en particular. –¿Acusó algún traficante o vendedor al por menor? –No, coronel; Bululo no tenía relación con adictos ni traficantes. Para mi fue un simple comentario.

En la puerta de “Traba-gancia” había tres grandes motocicletas de franqueadotes policiales; dos “yipetas” y un carro de patrulla mantenían las luces de emergencia dando vueltas; también numerosos agentes montaban guardia en la calle. Pirulo, sentado frente a su escritorio, contestaba las preguntas del coronel. Era un hombre gordo, con espejuelos ahumados y la visera del quepis llena de adornos dorados. Le acompañaba un oficial que tomaba notas de la conversación entre Pirulo y su jefe. –¿Usted ha recibido encargos de trabajo de individuos de otros lugares? –Sí, desde luego, a menudo vienen aquí, recomendados por clientes viejos, personas que no conozco. En la calle, a cierta distancia, empezaron a congregarse los curiosos.

–¿En qué consistían los encargos? –Rejas, puertas corredizas, marcos de acero para anaqueles especiales. –¿Ellos pagaron bien sus cuentas? –Sí, adelantaban el 50% y pagaban el balance contra entrega del trabajo. Venían al taller con dibujos de los hierros que incluían las medidas exactas. Ellos transportaban los trabajos terminados en sus propias camionetas. A veces esperaban los herrajes sentados en aquel banco del patio. –¿Usted entregó alguna vez una reja en el sitio donde iba a ser instalada?

–Repito que ellos tenían camionetas grandes para llevarlos cómodamente. Les entregaba aquí, en el taller. –¿Nunca le llamaron para que montara o instalara un herraje? –No, señor; me parece que sus empleados se ocupaban de hacer el montaje. –¿Nunca solicitaron de la herrería que soldara alguna pieza? –Nunca, –¿Podría usted identificar los herrajes si los tuviese delante? –Eso sí; los hicimos siguiendo las especificaciones precisas de un plano.

 

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