Peter Beier: un infamador gratuito

Peter Beier: un infamador gratuito

En la semana que discurre, los principales diarios nacionales se han hecho eco de un artículo aparecido en el periódico Politiken de Dinamarca, calzado por la firma de la periodista D¢rte L¢nstrup, reproducido en Suecia, Noruega y Alemania, en el cual, el propietario de una fábrica artesanal de chocolates, el señor Peter Beier, despotrica contra nuestro país, calificándolo de «República Bananera», tildando a los lugareños de «vagos», a los abogados de «manipuladores» y a los funcionarios públicos de «corruptos».

Según las declaraciones del señor Beier en el artículo de marras, compró «20 hectáreas en la jungla dominicana» por la suma de l.4 millones de coronas danesas, precio que consideró excesivo por considerar él que descubrieron que era europeo y el «precio aumentó misteriosamente».

Es difícil hacer una evaluación real de esta operación comercial. En primer lugar, porque el interesado no especifica la zona del país en que compró el inmueble. En segundo lugar, tampoco señala si la propiedad esta baldía o por el contrario sembrada de árboles de cacao. Tercero, no dice cuál era el precio original, antes de que «el europeo» se interesara en la misma.

Hagamos un análisis de este «timo». Cuando el año pasado estuvimos en Dinamarca, la moneda de ese país se cotizaba a 5.5 coronas por dólar. Es decir, su inversión original de 1.4 millones de coronas se reducen aproximadamente a US$245,000.00. Veinte hectáreas equivalen a 318 tareas nacionales. Esto significa una inversión de US$770.40 dólares por tarea, que a la tasa de cambio de RD$38.00 es igual a RD$29,275.20 por tarea. Suponemos, que si el señor Beier está adquiriendo este inmueble para suplir su industria en Dinamarca, la finca está sembrada de cacao y no especifica si tiene alguna mejora. Ahora bien, si la propiedad está ubicada en una zona poco habitada, sin carretera o caminos de penetración, podríamos afirmar que el precio es un poco alto, mas no excesivo. Por el contrario, si el inmueble está en provincias de terrenos fértiles y próximos a centros urbanos, la compra podría señalarse como «una ganga».

Enfatizar que en nuestro país el nativo «odia trabajar y por eso utiliza ilegales haitianos, considerados ciudadanos de segunda categoría por los orgullosos y vagos dominicanos», es simplemente inadmisible. Cabe preguntarse: ¿Sabe el danés Beier que la República Dominicana, pese a su exiguo territorio es el noveno país productor de cacao del mundo con un promedio mayor de 50,000 toneladas métricas?

Hay verdades a medias en sus declaraciones. Especifica que se utiliza mano de obra haitiana en el cultivo. Nosotros podemos acotar, que es cierto en cuanto a las labores de limpieza se refiere (deshierba), no en cuanto a poda, control de sombra, picada y secada del fruto. El haitiano no tiene habilidad para este tipo de labor. Su experiencia mayor es en la recogida del fruto del cafeto.

Señala que tuvo que pagar una especie de «peaje» desembolsando enormes cantidades de dinero a funcionarios públicos para la adquisición del inmueble. Que sepamos, si los terrenos no son del Estado, la intervención de funcionarios públicos era prácticamente innecesaria, a menos, que según sus declaraciones, los abogados actuantes se hayan confabulado con esos funcionarios con la finalidad de extorsionar al comprador. Al parecer, el señor Beier, como todo un «conquistador europeo», creía saberlo todo y no acudió a las dependencias del Estado especializadas en asesoramiento para la inversión extranjera.

Hasta cuando elogia nuestro cacao, como el «mejor del mundo», sólo le da crédito al «clima y los componentes de la tierra». Y agrega, «es totalmente ecológico, ya que en República Dominicana se desconocen los abonos y los pesticidas», ignorando que hay varias industrias que se dedican a la fabricación de abonos químicos, herbicidas y pesticidas.

Creemos que el caso del señor Beier es sumamente grave para que se deje pasar por alto. En nuestra condición de miembro de la Comisión Nacional del Cacao solicitaremos en su próxima reunión, que este detractor gratuito de la familia cacaotera dominicana se declare persona non grata, no sólo por las ofensas injustas que contra los dominicanos expresó, sino por el grave daño que a la inversión extranjera pueda ocasionar estas destempladas e impensadas revelaciones.

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