Petróleo no convencional
La calidad no importa, piense en los volúmenes

<p><strong>Petróleo no convencional<br/></strong>La calidad no importa, piense en los volúmenes</p>

Comentario Editorial
Durante décadas, los adivinos han dicho que se nos está acabando el petróleo, y los economistas han respondido indiferentes que las alzas en los precios siempre traerán suministros extras. Un nuevo informe de la consultoría Wood Mackenzie indica que ambos pueden tener razón y que eso provocará algunas opciones difíciles.

El informe de Wood Mackenzie identifica 3,600 millardos de barriles de reservas no convencionales, como las pizarras o esquistos petroleros y las arenas bituminosas. La cifra es colosal: el consumo actual de petróleo es cerca de 30 millardos de barriles al año. Mejor, estas reservas están muy diseminadas, con grandes recursos cerca de los consumidores de América del Norte y China. Ofrecen garantías contra el agotamiento del petróleo convencional y contra la inestabilidad en el Oriente Medio.

Pero hasta ahí llega la buena noticia. El informe deja claro que estas reservas podrían ser necesarias mucho antes de lo que muchos expertos de la industria han creído. La demanda continúa floreciendo y, mientras que siempre se está descubriendo petróleo nuevo, muchos de los más grandes yacimientos de hoy están en declive. Y ya en 2020, la producción convencional podría llegar a una meseta, dejando a las reservas no convencionales que cargaran con el peso.

Si el informe es correcto -un gran “sí”-, entonces, es preocupante. El petróleo no convencional es caro de explotar. La tecnología no está probada sino en algunos pocos proyectos iniciales, y los ingenieros escasean. La producción de petróleo no convencional es también una operación minera que utiliza mucha energía y agua para producir crudos de baja calidad.

El petróleo no convencional se ha vuelto más atractivo en los últimos años gracias a los altos precios del crudo, los avances tecnológicos y la monopolización de muchos de los yacimientos convencionales más promisorios por parte de compañías estatales. Mientras más tiempo se mantengan altos los precios del petróleo, mayor será la confianza del sector privado en el petróleo no convencional. Entonces, ¿cómo responderán los gobiernos?

Aquí tenemos un acto de equilibrio. Sería cómodo tener técnicas comprobadas para extraer petróleo y gas de fuentes no convencionales en Estados Unidos y Canadá. La sociedad, como un todo, se beneficiaría de la mayor seguridad del suministro, pero subsidiar la producción no convencional promete elevadas emisiones y mucho ruido con pocas garantías de éxito. Los gobiernos deben concentrarse más en la tecnología básica y en esto la escasez de ingenieros calificados es tan preocupante como la escasez de petróleo.

El desplazamiento hacia las fuentes no convencionales también amplifica el caso de los impuestos a la contaminación o un sistema creíble de permisos negociables. Un costo predecible, por el dióxido de carbón, promovería el desarrollo de una variedad de fuentes alternativas de energía; estimularía la conservación de la energía e impulsaría las tecnologías que reducen el impacto ambiental de cualquier fuente energética, incluyendo el petróleo no convencional.

Las próximas décadas serán testigos de una tirantez entre la tecnología cada vez mejor para la producción de energía y fuentes de energía cada vez más escurridizas. Si le podemos echar una mano a la tecnología, será mucho mejor.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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