Petrocaribe: más allá de petróleo

Petrocaribe: más allá de petróleo

Petrocaribe surgió hace 10 años como un programa dirigido a garantizarle el suministro de combustible a un buen número de países de la región geopolíticamente conocida como Gran Caribe, comprendiendo tanto a islas caribeñas como a naciones centroamericanas hasta contar 18 países, a saber: Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba, Dominica, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y Las Granadinas, Surinam y Venezuela (con Costa Rica pendiente de confirmar su entrada).

Se sabe que consiste en un programa que abastece de petróleo en condiciones financieras muy ventajosas, teniendo como referencia el precio internacional que tenga ese combustible. Cualquiera que sea ese precio siempre es una carga financiera onerosa para las naciones importadoras del crudo. Aunque hace unas semanas llegó a precios por debajo de los 50 dólares el barril, antes de que empezara a recuperarse, no descendió hasta los 35 dólares que alcanzó hace solo 6 años y del que se remontó hasta alcanzar de nuevo a los 100 dólares. Por mucho que nos pese y roguemos porque no, téngase por seguro que, más temprano que tarde, volveremos a ver un petróleo más caro del que ahora disponemos. Por tanto, mantenerse afiliado a un programa que garantice buenas condiciones de financiamiento es estratégicamente correcto. En la Cumbre que acaba de celebrarse en Caracas el gobierno venezolano ratificó la continuidad del acuerdo de Petrocaribe centrado en un criterio de solidaridad como contribución al desarrollo de las naciones importadoras. No es un petróleo regalado; es un combustible con beneficios de financiamiento.

Además, Petrocaribe ha servido para dotar a varios países de capacidad de almacenamiento y refinación.

Desde el 2013 se lanzó la propuesta de crear, entre los participantes, una Zona Económica Petrocaribe – ZEP – como esquema de integración con un horizonte mucho más amplio. Se identificaron acciones en cinco áreas prioritarias: comercio e integración, encadenamiento productivo, transporte y comunicaciones, turismo y aspectos socioculturales. Cada país debía constituir mesas de trabajo para cada uno de esos temas y se crearían igualmente mesas regionales asignándole a la RD la responsabilidad de coordinar la de turismo. Hubo un buen impulso inicial que después languideció, en buena medida por la situación política interna que ha estado enfrentando Venezuela. En la Cumbre recién celebrada se acordó impulsar la ZEP creándose una Comisión de Trabajo para que en 60 días proponga acciones habiéndose aprobado reforzar los proyectos de interconexión aérea y marítima, sector de impacto excepcional para varios países.

La ZEP se ha planteado estimular acciones entre sus miembros y los integrantes de los esquemas de integración ALBA y MERCOSUR aprovechando la presencia de Venezuela en ellos. Insertarse en el esfuerzo de integración regional no es una opción ideológica, ni a favor ni en contra de nadie, es la decisión estratégica que marca el único camino que verdaderamente podrá llevar a la región por un sendero de desarrollo.

 

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