Petrocaribe

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La renovación del convenio Petrocaribe por parte de los gobiernos de la  República Dominicana y Venezuela es una noticia reconfortante, toda vez que permite a nuestro país continuar siendo beneficiario de las condiciones de financiamiento garantizadas por ese instrumento de cooperación.

Para las finanzas del país es un alivio importante poder contar con suministro petrolero pagadero a largo término y bajo condiciones de intereses realmente blandas, solidarias.

Pero ese pago diferido de la factura petrolera no debe ser el único provecho que saquemos de Petrocaribe, sino que deberíamos aspirar a mucho más, y no estamos hablando en término de facilidades por parte del Gobierno de Venezuela, sino de nosotros mismos.

Los beneficios o ahorros derivados de Petrocaribe tienen un marco de influencia global en materia económica, pero una incidencia específica en una materia en que estamos cargados de ineficacia y distorsiones.

Sería juicioso que los ahorros y beneficios derivados de Petrocaribe sean invertidos en una especie de plan maestro destinado a convertir en eficiente el sector energético, que en sus condiciones actuales representa uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo económico, para la buena marcha de la industria y el comercio y para la competitividad del país en la apertura de mercados.

Los efectos estructurales y técnicos de nuestro mercado energético, así como las distorsiones que le afectan, nos obligan a pagar precios irrisorios por una electricidad inestable cargada de «costos ocultos».

Aprovechemos el impulso de Petrocaribe para desarrollar iniciativas de energía alternativa y corrección de las fuentes tradicionales de potencial eléctrico.

El desarrollo tiene entre sus costos un aumento considerable de la demanda de energía eléctrica y la búsqueda de alternativas para producirla cada vez con menos dependencia de derivados del petróleo.

El financiamiento provisto a través de Petrocaribe debería permitirnos incursionar de una manera más decidida en procesos de sustitución de combustibles fósiles por biomasa, biodiesel, metanol, fuentes eólicas, hidroeléctricas y otras alternativas prácticamente inexplotadas en nuestro medio.

 

¿Austeridad?

Una carta de la Secretaría de Estado de Obras Públicas y Comunicaciones informando la posposición de un encuentro que tendría hoy con periodistas de diversos medios envía una señal indeseable en cuanto a práctica de la austeridad anunciada por el Gobierno. La carta, de dos párrafos, llegó a manos de varios destinatarios en este diario en una carpeta hecha de cartonite calibre 12, impresa a todo color con tinta ultravioleta.

El fin, y mucho menos la necesidad de disminuir gastos en la administración pública, justifican medios tan costosos.

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