Hace unos días dialogaba con el editor de @revoltiao, Julio Pérez, sobre cómo las sufragistas dominicanas – al igual que las de todos los países donde accionaron-, han pagado con el «olvido intencional» articulado por el poder patriarcal que hicieron tambalear cuando en las primeras dos décadas del siglo XX vindicaron por sus derechos civiles y políticos y, además, la manera que sobre ellas se han tejido imaginarios que por más de una centuria han provocado que su agencia, que era la causa de la mitad de la humanidad, no sea justamente valorada.

Como acucioso lector, y manejador de plataformas virtuales, me inquiría ante el «boom mediático» provocado por la auténtica referencialidad que ha hecho la primera mujer vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, al sufragismo (en su discurso, en la elección de su atuendo, en su frecuente reconocimiento a quienes la antecedieron, principalmente a su madre, la doctora Shyamala Gopalan Harris).

Entonces, le compartí a Julio, como hoy a ustedes, parte del accionar público que he logrado reconstruir de Petronila Angélica Gómez Brea, la maestra normal, periodista y editorialista que concitó, en la revista Fémina, a quienes ella llamó «primeras mujeres», para aludir no solo la condición de ser primeras en ejercer una profesión u oficio; también, en los valores que ellas transmitían al desarrollarlos y colocarse en los espacios de poder y públicos más vedados.

Ella, de quien el pasado 31 de enero celebré sus 138 años, no solo logró superar el agreste, convulsionado e incierto medio ambiente social que le correspondió vivir, también, le comenté a Julio, colocó al feminismo dominicano en las redes transatlánticas y transnacionales, internacionalizando el pensamiento de nuestras «primeras mujeres», el cual fue conocido en todos los confines donde la revista Fémina llegaba a manera de canje, evidencias que para la historia se encuentran al releer las publicaciones.

Pero para describir esta ardua labor internacionalista, busqué la voz de la socióloga mexicana Elena Arismendi, quien conoció de cerca a Petronila y dice de ella: «Petronila Angélica Gómez, la incansable dominicana, que divide su tiempo en educar a la niñez y en publicar Fémina.

En los tiempos que corren, la Directora (sic) de toda revista, para lograr un verdadero éxito moral, tiene forzosamente que identificarse con las necesidades de sus congéneres, dentro y fuera del hogar; y sin miedo al ridículo, ocuparse con valor de los problemas palpitantes de la época».

Además de Fémina (1922-1939), esta «primerísima mujer» crea la Liga Feminista Dominicana (1925), capítulo nacional de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, en la cual agenciaban unidas las sufragistas, dirigidas por Carmen de Burgos y por Arismendi; contribuye con el desarrollo municipal de San Pedro de Macorís; convocó a hombres y a mujeres a la causa feminista, sin dejar de ser la maestra de cívica que propuso la educación técnica para mujeres y hombres, la eliminación de monopolios azucareros y de los canjes que sumían en la pobreza a los jornaleros; propuso planes de desarrollo nacional, en especial para la zona fronteriza, y la necesidad de que la política contribuyera a la generación de una Nación con los principios de la justa febrerista.

Es por eso, comenté a Julio, que la primera mujer vicepresidenta de los Estados Unidos tenía que agradecer a la causa sufragista su ascenso, pues con un siglo previo se colocaron sobre los gobiernos nacionales para trabajar la causa de todas las mujeres.

Y de esto, estuvo segura siempre nuestra Petronila, pues así lo escribe en su último editorial: «Fémina, la que ha creado un lenguaje para todos los lectores; la que ha hecho de sus 17 años de vida literaria un telar para urdir el emblema de su nombre; la que es eterna lira en que vibran las virtudes de la mujer; la mensajera del arte femenil (…) Fémina, la portavoz de la palabra Santa de la mujer y de sus prendas morales… (… ) Ha logrado poner a la mujer dominicana sujeta a los vínculos del feminismo que hoy está internacionalmente ligada».