Picasso, Lam y Césaire

Picasso, Lam y Césaire

La Fundación Clément, en la ciudad Le Francois de la isla de Martinica, pertenece a la familia Ayot, afamados y respetados productores del ron Clément, quienes desde hace más de 20 años se dedican a promover y estimular la creación plástica y visual contemporánea posmoderna de dicha isla. La galería de exposiciones está situada al lado de la destilería y exhibe lo más brillante de la creación martiniqueña y caribeña. Esta Fundación actúa con filosofía de un mecenazgo generoso, abierto a la diversidad y a la pluralidad de todos los soportes de la creación, pintura, instalaciones, esculturas, fotografías y performance, pues esta distinguida familia de emprendedores y empresarios es reconocida y respetada en toda la región caribeña y en Francia, por ser, ante todo, personas que demuestran una exquisita e inteligente capacidad y acierto en sus proyectos artísticos y culturales.

Actualmente y hasta el 16 de febrero, tiene la Fundación la exposición “Aimé Césaire, Lam, Picasso”, bajo el lema “Nous nous sommes trouvés”(Nos hemos encontrado), después de haber sido organizada esta muestra y expuesta en París en la primavera del 2011, en las Galeries Nationales de Grand Palais, bajo la comisaria de Sylvie Poujade.

Daniel Maximin y Eskil Lam tuvieron la idea de traer a Martinica esta colección, recibiendo el apoyo incondicional de la Fondation Clément. Desde una perspectiva visual encontramos unas obras de Wilfredo Lam, como dos personajes de 1938 y madame Lumumba que pone en evidencia la herencia cubista y que señalan a la vez una independencia en cuanto al tratamiento del color y de la expresión misma de la máscara cuya factura demuestra toda la mística del maestro cubano. La presencia de Pablo Picasso en esta exhibición se debe al proyecto “Corps perdu” (Cuerpo perdido) que recoge treinta y dos grabados del maestro Picasso como imagen y mirada de diez poemas de Aimé Césaire. Es probablemente en 1948 cuando Césaire y Picasso se conocieron por primera vez en el marco del Congreso Mundial de los Intelectuales por la Paz, organizado en Wroclaw, Polonia.

Este encuentro habrá sido fundamental para que las “aguas fuertes” de Picasso marcaran para siempre la obra literaria cesariana. Esta puesta en perspectiva evidencia una vez más una generación de escritores y creadores plásticos y visuales dispuestos a ser libres para colocarse al servicio de la democracia.

Pablo Picasso conoció probablemente a uno de los hijos del intelectual y poeta martiniqueño Aimé Césaire, y uno de sus dibujos representa un rostro de perfil de un joven negro titulado “Poeta coronado o poeta con laureles”. Los dibujos que acompañan al poemario se deslizan en un concierto de líneas sobrias y ligeras que responden a palabras fundamentales como: “presencia”, “elegía” y “enrancia”. Otros trabajos marcan un espesor en la línea logrado en el tratamiento de agua tinta con azúcar y el efecto visual tiende hacia un movimiento de códigos y símbolos que toman su origen en la expresión dibujística de los grandes maestros anónimos-africanos y más precisamente de los pueblos de la África del Oeste.

Nos llama la atención el tratamiento pictórico de la tinta con punta seca y un chorreado para lograr una máscara de doble representación facial acompañando el poema “Palabra” como si hubiera una dualidad entre el pensamiento callado y el pensamiento hablado o enunciado. Esta obra responde a la mística surrealista que provocó en este movimiento esa pasión por la máscara y el arte ancestral africano.

Aimé Césaire, Picasso y Lam, entre los años 40-50, a pesar del hecho encontrado, conocido y compartido hasta lograr una comunicación creativa muy pura y profunda, desarrollaron sin dudas una complicidad en sus búsquedas e investigaciones que en cada uno de ellos tiene una trascendencia desde la máscara africana, y que a partir de ella, nacen perspectivas, símbolos que vamos a encontrar en la obra de Picasso para lograr la descomposición de lo real en una propuesta de factura cubista en la que la figuración y el cuerpo humano se imponen en una trayectoria de recomposición de la imagen real.

Lam y Picasso se conocieron e increíblemente esta exposición evidencia una obra sin título de 1942 de Wilfredo Lam, que podría ser “La mujer con sombrero”, y que es comparable con la obra de Picasso del mismo título y del mismo año. Lam trabajó su obra con carboncillo y gouache sobre papel, no obstante, la obra de Picasso fue ejecutada al óleo sobre tela. Estas dos obras se imponen por el trazo negro del dibujo y demuestran tratamientos del retrato en un espacio limitado por esquemas geométricos. Lam trató muy pocas veces el tema del sombrero, en este caso podríamos pensar que más allá del referente de la santería cubana, el maestro estuvo motivado por compartir un referente visual y temático que había encontrado en las obras de Picasso. La puesta en perspectiva de estas dos figuras de “mujer con sombrero” tanto de Picasso como de Lam, es inédita. Los dos acusan la frontalidad del rostro con una mirada descentrada con alusiones sexuales y cierto erotismo, que evoca en ambos una larga cabellera… Sin embargo, no consta pensar en influencias, aunque sí en encuentros, porque ya Picasso había ejercido su obra cubista por más de 40 años, y Lam acaba de reencontrar su entorno caribeño. La casualidad artística consiste en asombrarse que en el mismo año, estos dos maestros ejecutaran un mismo sujeto visual…

Ahora bien, Aimé Césaire se encuentra en el centro de estas “casualidades” porque para él “la palabra” va más allá de la relación significado o sentido literal, son sonidos cuya intensidad dibuja imagen, cuya imagen evoca un mundo sensitivo y místico que todavía hoy nos impone nuevas reflexiones sobre la poética cesariana. Esta exposición acompañada por las obras de los maestros Picasso y Lam nos abre el más intenso momento de la creación y del pensamiento del siglo XX, porque por encima de esa tragedia de la historia que fue el acercamiento y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, estos tres hombres: Césaire, Lam y Picasso, tuvieron la fuerza de intercambiar y de compartir cada uno de sus mundos para hacer de ese encuentro un ejemplo que pone en evidencia la capacidad de crear un pensamiento y una ética plural y convertida entre un hombre occidental, español como Picasso, un afrocaribeño de Martinica como Césaire y un cubano chino-africano como Lam. Porque ellos tres significan la belleza y la fuerza “del encuentro universal del imaginario”.

 

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