Piden ayuda para minusválido

Piden ayuda para minusválido

POR ODALIS MEJIA
Jesis Nicolás Durán lleva sus  11 años arrastrándose sobre su pecho. Nació sin piernas y con deformidades en su columna vertebral que no le permiten adoptar diversas  posturas.

Pero además de su minusvalía, Jesis es muy pobre. En su humilde y estrecha vivienda, ubicada en  La Barquita de Sabana Perdida, ni siquiera cuenta con espacio suficiente para arrastrase, amén de que el piso en que vive rodando casi todo el día, está roto y le lastima.

Allí vive él junto a su madre Kalima Antonia Durán y sus tres hermanos. Su casa está en un callejón cerca de una cañada, ese el  único paisaje  desde la única puerta de su humilde casa.

Además de su alimentación, Jesis necesita pañales desechables para realizar  sus necesidades fisiológicas, para lo cual consume entre y cuatros por día.

Cada pañal cuesta 25 pesos de ahí a que su madre Kalima Durán se le hace difícil la manutención  de los gastos de Jesis y sus otros hermanos.

Kalima vive de la venta de te y café, próximo a su vivienda. Como ayuda oficial sólo recibe 550 pesos al mes, a través de la Tarjeta Solidaridad.

Dice que ha tocado muchas puertas de políticos e instituciones, pidiendo ayudas, pero ya está cansada.

“Me he cansado de pedir ayuda; siempre me piden copia y copia de cédula y al final no hacen  nada”, relata con pesar y tristeza.

Pese a su desconcierto, Kalima, quien es madre soltera,  no pierde la esperanza de que alguna entidad se apiade de la situación por la que atraviesa junto a su familia  y acuda en su auxilio.

 Kalima y su familia fueron de los tantos afectados por la tormenta Noel, ya que viven a pocos metros de la ribera del Ozama, donde muchas casas colapsaron por completo y otras fueron severamente dañadas.

Cuando a ella se le pregunta cómo pudo salir ilesa de la zona donde el río  arropó a muchas casas dice: “yo ni se como pude salir con vida, yo agarré mi muchacho y lo que pude salvar y me fui corriendo”.

Todavía su vivienda como  muchas  de La Barquita, mantiene las huellas del lodo y la basura que recorrieron todo el barrio por las crecidas tanto de la cañada como del río Ozama. Pasada la tormenta, el temor de  los residentes es por la  propagación de plagas y enfermedades producto de contaminación.

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