Por MARIEN ARISTY CAPITAN
Si transitar por las calles de la Zona Universitaria se ha convertido en una tortura para los conductores por el mal estado en el que se encuentran las vías, recibir docencia en los centros que están en el área es todavía peor: el polvo que se desprende de las calles es tal que muchos niños están enfrentando serios problemas respiratorios.
La causa principal de las enfermedades que enfrentan los pequeños son las obras a cielo abierto que se realizan con motivo de la construcción del Metro de Santo Domingo, las nuevas edificaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y un nuevo complejo habitacional.
Por ese motivo los profesores y padres de los estudiantes Colegio Calasanz y la Escuela Santa Teresa de Jesús solicitaron al gobierno que tomen medidas para evitar que la situación empeore. “Nosotros estamos en el derecho, tratándose de una institución que trabaja con niños y niñas, de que se nos proteja. Nosotros tenemos más de cincuenta años en este lugar, el colegio se fundó en el año 1951, es decir, está corriendo ya hacia los sesenta años”, sostuvo el padre Héctor Sánchez, director del Calasanz.
EL DILEMA RESPIRAR
Para los niños del Colegio Calasanz y la Escuela Santa Teresa de Jesús ir a estudiar se ha convertido en una experiencia difícil desde que iniciaron los trabajos del Metro de Santo Domingo.
“Los últimos días han sido verdaderamente insoportables con el polvo. Da la casualidad de que la zona que más nos afecta con eso del Metro es en la que están los niños más pequeños. Entonces verdaderamente hemos tenido muchos niños con dificultades”, explicó el padre Héctor Sánchez, director del Calasanz.
Los inconvenientes, manifestó Sánchez, surgieron cuando comenzaron a abrir las zanjas para mover las tuberías del drenaje. Aunque ahora esas zanjas están cerradas, precisa el cura, el polvo continúa siendo un problema porque las calles no fueron pavimentadas.
Para hacer las cosas más difíciles, cuando llueve se forma una tremenda laguna. “Ellos destruyeron la acera perimetral de aquí, la que da a la Correa y Cidrón, ahí ya antes se quedaba acumulada un poco de agua pero ahora se forma una laguna y eso es un criadero de mosquitos que hay ahí”.
Lo peor de la situación, sostiene Sánchez, es que en la zona que más se llena de polvo están ubicados el patio y las aulas de los niños de inicial a octavo grado, quienes son mucho más vulnerables que los mayores.
“Es imposible que podamos mover a los niños porque sus aulas han sido especialmente diseñadas para su edad. Por eso, incluso, tienen baños individuales en los cursos”, indicó el padre al tiempo de agregar que los empleados tienen que despolvar varias veces al día.
Si en el Calasanz enfrentan dificultades, en la Escuela Santa Teresa de Jesús se tornan más críticas: como la edificación está ubicada justo al lado de donde se levantan dos de los nuevos edificios de la UASD, allí no hay quien se escape a los problemas respiratorios.
“Tenemos muchos problemas porque se mueven muchos camiones pero no solamente es por el Metro, sino también por la construcción de la UASD. En esta zona se levanta mucho polvo y eso afecta la respiración de los niños”, se quejó Kerstin Vargas, de la sociedad de padres y amigos del centro educativo.
Pero es lo que les espera en lo adelante lo que más les preocupa a los profesores y padres de los niños. “Lo que estoy previendo es que eso vaya a más porque la etapa agresiva de excavación aún no ha iniciado. Estaba supuesta a iniciarse en noviembre pero afortunadamente eso se ha dilatado un poco. Nosotros tememos que cuando eso suceda los problemas serán mucho más agudos”, teme el padre Sánchez.