Muchas personas que necesitan tratamiento para enfermedades como el cáncer, padecimientos cardiovasculares y la diabetes, no reciben los cuidados y los medicamentos que precisan desde que empezó la pandemia, información que es confirmada en la encuesta realizada en 155 países por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta realidad, para muchos, pone en evidencia la necesidad de rediseñar los mercados de salud del mundo, a fin de que la atención primaria y el tratamiento a enfermedades catastróficas, estén asegurados previendo la llegada de una pandemia o una crisis sanitaria de cualquier tipo.
En este sentido, gana destaque la reflexión hecha por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, quienes destacan que las personas con enfermedades crónicas “son mucho más propensas a sufrir efectos graves del coronavirus”, aumentando a un 46% el riesgo de ser hospitalizados, según indican.
Sin embargo, a pesar de esta situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los pacientes con este perfil clínico, la realidad en Latinoamérica podría ser aún peor. Esto, pues según datos de la organización City Cancer Challenge, en Latinoamérica muchos pacientes de cáncer no están siquiera asistiendo a sus consultas médicas por temor a infectarse.
En palabras de María Fernanda Navarro, la directora regional de la institución antes mencionada, “se ha detectado que existen incluso problemas de transporte debido al confinamiento obligatorio, mientras que los procesos de diagnóstico se han frenado porque los servicios se han volcado a la atención de la COVID-19”.
Sobre el impacto de la pandemia a los pacientes con enfermedades crónicas, la Organización Panamericana de la Salud, aseguró que “nunca habían visto una relación tan mortal”, refiriéndose a cuando un paciente de alguna enfermedad como cáncer o diabetes, también es diagnosticado con COVID-19. Alertaron que “la emergencia del coronavirus ha dejado sin tratamiento a muchos pacientes con enfermedades crónicas que presentan comorbilidades”.
Claramente, si los pacientes con enfermedades crónicas no reciben su tratamiento a tiempo, ni tampoco cuentan con un seguimiento frecuente de su estado por parte de su médico de cabecera, esto podría conducir al indeseado colapso del sistema de salud. Esta es justo la reflexión de Eduardo Cioppi, director regional de mAbxience, laboratorio de medicamentos biosimilares usados para tratar enfermedades crónicas.
Cioppi, también destacó que: “La COVID-19 ha evidenciado el grave problema con el correcto abastecimiento de medicamentos para este tipo de pacientes, un escenario que debe llevar a un punto de quiebre reflexivo en los sistemas de salud de nuestra región”.
En República Dominicana, ya se registran alertas de pacientes sobre escasez de sus medicamentos, en especial aquellos tratamientos de alto costo indicados para enfermedades catastróficas como el cáncer, la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide. En este sentido, en aras de encontrar soluciones innovadoras para mejorar el abastecimiento de medicamentos y reducir el gasto público en salud, algunos destacan la oportunidad que presentan los medicamentos biosimilares.
Los biosimilares, según estimaciones publicadas en la revista española Farmacia Hospitalaria, han supuesto un ahorro de aproximadamente 2,400 millones de euros desde el año 2009 en el mercado de salud europeo. En lo relacionado a América Latina, en Argentina, por ejemplo, han propiciado un ahorro de 65,7 millones dólares para su sanidad pública desde el 2014, según el Centro de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (CETSA) de la Universidad ISALUD de ese país.