Piedra de tres puntas

Piedra de tres puntas

La llamada “cuestión de los haitianos” es un trigonolito, una piedra con tres puntas igualmente afiladas. En primer lugar, los dominicanos; han sido militares dominicanos quienes, a lo largo de décadas, han “negociado” el paso de los inmigrantes haitianos; han sido cónsules dominicanos los responsables de expedir visas a granel a los haitianos; oficiales civiles dominicanos “otorgan” actas de nacimiento falsas a cambio de dinero. Esos documentos espurios crean serias dificultades para la regulación de los indocumentados haitianos residentes en la RD. Los partidos políticos dominicanos -todos-, han “cedulado” haitianos para que actúen como “dominicanos provisionales” durante nuestras contiendas electorales. El problema es viejo y nunca ha sido afrontado debidamente por ningún gobierno.
Ahora, que el problema “es gordo”, pretendemos que lo resuelva el “gobierno de turno a la mayor brevedad”. Es un problema social, histórico, político, cultural, que no tiene solución inmediata por medios mágicos. Cuando Trujillo compró los ingenios de caña de azúcar, se vio obligado a contratar braceros para “el corte y tiro”. La importación de mano de obra extranjera continuó con el CEA, mucho después de la muerte del dictador. Actualmente los haitianos trabajan no solo en “los bateyes”; también en la industria de la construcción y en todos los cultivos agrícolas. Hoy se “insiste” en la “dependencia de la mano de obra extranjera”.
La actitud belicosa y resentida de los haitianos, especialmente de sus funcionarios y políticos, es otra punta de la piedra. Saben que no tendrán desarrollo económico a corto plazo. El daño a su foresta se tiene por irreversible. El oceanógrafo Jacques Cousteau realizó un célebre reportaje sobre la destrucción de la naturaleza en Haití, muy bien conocido en Europa. No tan conocido es que, en 1825, los franceses impusieron a Haití el pago de reparaciones para “reconocer” su independencia.
Y ahí entra la tercera punta del trigonolito: Francia, Canadá, EUA, son grandes potencias que inciden en la política interna de las islas del Caribe. Los políticos caribeños padecen “miedos ancestrales” frente a esas naciones imperiales. Debemos resolver cosas en nuestro país, en primer lugar; luego afrontar las “extravagancias” de los políticos haitianos; y además, trazar una estrategia para defendernos de las presiones internacionales. El problema es complicado, pero no insoluble.

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