Piedras para los más chiquitos

Piedras para los más chiquitos

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Mi relación con el general Neit Nivar Seijas comenzó con un recado que le mandó el profesor Juan Bosch para que liberara un grupo de perredeístas apresado medalaganariamente, como se estilaba en los 12 años de gobierno de Joaquín Balaguer. Desde entonces me convirtieron en una correa sinfín de recados que iban y venían, regresaban y se retroalimentaban.
La Policía tenía un oficial especialmente abusador, un Pantagruélico personaje conocido como Masámbula lo que significa “persona extremadamente gorda y fea, un saco e’ papa”, que no hubiera podido correr 10 metros sin caerse. Tenía un garrote, que no una macana, con el cual golpeaba inmisericordemente a los estudiantes y jóvenes reducidos a la obediencia, amarrados, en un cuartel lleno de agentes abusadores y cobardes.
Ante tanto abuso, indignado, le propuse al general Nivar Seijas que, si su oficial era tan bueno para golpear personas, que me permitiera una pelea en un lugar imparcial, para que Masámbula supiera lo que es tener un rival dispuesto a mostrarle su cobardía.
Neit se limitó a reír. No aceptó el reto. Sabía que su oficial iba a ser vapuleado de mala manera porque le iba a dar no sólo con rabia sin con técnica.
En lo adelante parece que Nivar Seijas o uno de sus oficiales llamó la atención del abusador y su nombre fue perdiendo color en la prensa.
Siempre hubo abusadores. Siempre hubo malvados. Siempre hubo quien se aprovechó de su fuerza, de su astucia, de sus conocimientos de combate cuerpo a cuerpo.
Mi amigo Wascar de Peña y Peña me invitó a que practicara Tae Kwon Do, karate coreano. Eran los tiempos de La Banda en que cualquier carajete, acomplejado, criminal, podía faltarle el respeto a uno. ¡Cuánto le agradezco el consejo a Wascar!
Leo, hoy miércoles cuando indignado escribo este artículo, que un tal Yerry Sierra Peña agredió a una muchacha policía que trabaja en las Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), porque lo detuvo mientras transitaba en un vehículo sin tener el permiso de conducir, la licencia, y sin que protegiera su propia vida con el cinturón de seguridad.
La reacción de ese león, de ese macho de hombre, de ese timacle, fue abofetear, golpear a la raso Carolin Martínez Arias tan fuertemente, que hubo de ser llevada al hospital de San Cristóbal, donde ocurrió el abuso.
Es de esperar que la injusticia (leyó bien) la injusticia disponga una ligera multa, uno que otro día de cárcel y que ese tíguere bimbin vuelva a las calles, en unos días, más fresco que una lechuga recién cosechada.
Su cobarde actitud se llama coger piedras para los más chiquitos. Pero no pasa nada. Por eso estamos como estamos… hasta un día… que debemos trabajar para que sea pronto.

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