Pierde 5 hijos en matanza en Irak

Pierde 5 hijos en matanza en Irak

KIRKUK, Irak,  (AFP) – «¡Denme un fusil, me quiero matar!», suplica Mahmud Wagaa al Juburi frente a los ataúdes de sus cinco hijos asesinados salvajemente en el norte de Irak, en una matanza de la que su niño de 8 años se salvó de puro milagro.

 «Quiero ser el sexto. No quiero vivir más», grita desesperado tapándose la cara con las manos al paso de los féretros de madera en los que descansan los restos de sus hijos. Vecinos, amigos y periodistas ayudaron a Mahmud Wagaa, de 65 años, a pagar los ataúdes y el entierro oficiado el viernes, pero nada puede reemplazar la vida de sus hijos y el enorme vacío que han dejado sus muertes en el corazón de este hombre. La escena del crimen de sus hermanos quedará grabada para siempre en la memoria del pequeño Abdalá, a quien la policía encontró en cuclillas junto a los cadáveres de cuatro de sus hermanos en medio de un charco de sangre. El quinto fue hallado el viernes por la mañana con un impacto de bala en la cabeza, como los otros cuatro.

Los hermanos Wagaa no eran soldados ni policías, ni siquiera combatientes rebeldes. Eran pintores y decoradores que se ganaban el pan con contratos precarios del Gobierno, primero en Mosul, su ciudad de origen a 370 km al norte de Bagdad, y luego en Kirkuk, más al sur.  La policía y su padre aseguran que se habían visto obligados a huir de Mosul tras recibir amenazas de muerte que llevaban el sello de Al Qaida. Los iraquíes viven atenazados por el miedo después de que los miembros de la red terrorista de Osama Bin Laden amenazaran con matar a todo aquel que colabore con el Gobierno del primer ministro, el chiita Nuri al Maliki, apoyado por Estados Unidos.

 Esta fatídica semana las víctimas trabajaban en la construcción de una nueva comisaría en Al Rachaad, una pequeña ciudad a 30 km de Kirkuk. «Mis hijos volvían a casa cuando un grupo de hombres armados los detuvo y los metió en una caseta. Cerca se oían voces de mujeres y de niños», cuenta el padre, haciendo suyo el relato que le contó su hijo Abdalá.

 «Los ataron y los azotaron. Unas horas después, llamaron para pedir un rescate acusándolos de connivencia con el gobierno fantoche», dice mientras mira a su hijo aterrado.

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