Pierre Strinati entre nosotros

Pierre Strinati entre nosotros

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
En estos días en que Pierre Strinati ha pisado suelo dominicano, y visitado algunas de sus cuevas junto a espeleólogos dominicanos, ha cumplido sesenta años haciendo espeleología. Pero no aquella espeleología limitada a la roca estática, al monótono discurrir de las aguas, o al milenario crecimiento de concreciones, casi detenido a los ojos humanos que vivimos tan corto tiempo como para contarlo.

Strinati ha dedicado esos sesenta años al estudio de la fauna cavernícola, al enriquecimiento de esa parte tan difícil de las ciencias biológicas que demanda tanta entrega, disciplina y aplicación.

Durante su estadía de una semana en la República Dominicana, ya ha visitado la Cueva de las Maravillas (en San Pedro de Macorís), la Cueva de la Arena y la Cueva del Ferrocarril (en el Parque Nacional de los Haitises), y las cuevas No. 2, No. 4 y Cueva del Puente, en El Pomier, aprovechando en las del Pomier para realizar una colecta bioespeleológica, cosa que sus casi ochenta años no le han impedido, puesto que el doctor Strinati nunca abandona sus instrumentos de trabajo, aunque solo se trate de una visita espeleoturística.

Strinati, autor de más de treinta trabajos sobre la fauna cavernícola en Europa y Suramérica, había realizado investigaciones ya en dos islas del Caribe: Curazao y Aruba, en 1985. En ese entonces, junto a Villy Aellen; también especialista en fauna cavernícola (principalmente murciélagos) y director del Museo de Historia Natural de Genéve, Suiza; desarrollaron un proyecto de investigación en las cavidades «Grot van Hato» y «Grot van San Pedro», en Curazao; y en las cuevas «Huliba Cave», «Tunnel of Love», «Cueva di Quadirikiri» y «Grot van Fontein», en Aruba.

Durante las investigaciones de Pierre Strinati y Villy Aellen en Curazao y Aruba, los bioespeleólogos descubrieron cuatro nuevas clases de artrópodos para la ciencia: Cubacubana arubana Mendes, Holoparamecus aelleni Rucker, Neocheiridium strinatii Mahnert & Aguiar, y Pseudoalaocybites aelleni Osella.

En América del Sur, Strinati estuvo en Venezuela en 1968, donde realizó investigaciones sobre fauna cavernícola en la famosa Cueva del Guácharo –donde estuviera Alejando de Humboldt en 1799, convirtiéndose en el primer investigador de cuevas de América Latina–. Otras cuevas estudiadas por Strinati en Venezuela fueron la «Cueva Alfredo Jahn», la «Cueva de los Murciélagos» y la «Cueva de Loma del Medio».

Durante su recorrido por las cuevas de Venezuela estuvo acompañado por los espeleólogos Luis López, Carlos Tinoco, Carlos Bordon, Fulvio Bordon, Raúl Alvarado Jahn y Omar Linares.

En Brasil, también en 1968, estuvo estudiando la fauna cavernícola de «Grutas das Areias» y la «Gruta da Tapagem», acompañado por los espeleólogos Michel le Bret y Claude Chassan.

En Uruguay realizó estudios bioespeleológicos en la «Gruta de Arequita»; y en Argentina en la «Cueva de las Brujas».

En Guatemala, Pierre Strinati realiza investigaciones en las cuevas de Alta Verapaz, y luego en 1992 regresa para trabajar la cueva «Actun Can» localizada en el Petén.

Pierre Strinati puede considerarse un «fósil viviente» de esa rara especie que son los espeleólogos. Norbert Casteret, uno de los espeleólogos franceses de la aurora de la espeleología en el mundo, le escribió el prefacio de su primer libro: «Grottes et Paysages» (1956), una amplia muestra fotográfica sobre cuevas de Europa que incluyó no solamente la belleza del interior y el entorno de las cuevas visitadas, sino también información sobre la fauna y documentación gráfica sobre las condiciones iniciales de equipamiento con que se realizaban las exploraciones de cuevas al inicio de los años 50.

En 1975, junto a Villy Aellen, publicaron el libro Guide des Grottes d’Europe, una recopilación de las cuevas de fácil acceso para turistas localizadas en Portugal, España, Francia, Gran Bretaña, Irlanda, Bélgica, Alemania, Suiza, Austria, Italia y Yugoslavia, incluyendo las 138 cuevas más conocidas de Europa, con toda la información que puede necesitar un turista interesado en cuevas.

La precisión de la información, más las excelentes fotos que acompañan el libro, hacen que sea éste, probablemente, el manual para visitantes de cuevas europeas más completo y práctico que se haya editado.

Más, con todo y lo ya producido, Pierre Strinati continúa visitando países, los que escoge con una condición: que tenga cuevas para visitar, a las que se lanza con el mismo interés con que se aventuró a su primera cueva hace sesenta años.

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