Pies de plomo

Pies de plomo

Ganada la contienda interna, Danilo Medina enfrentará al más fuerte de sus contendores. No, no se trata de Hipólito Mejía. Hablo de la rémora de la administración de sus correligionarios. Confrontarla resultará pesaroso para él. Apoyarse en sus ejecutorias será peor. Danilo debe repetir aquella expresión atribuida a los mexicanos de los días finales del siglo XIX, respecto de sus vecinos del norte. “Ni tan cerca que me quemen, ni tan lejos que me olviden”.

Por supuesto, tal cual ocurrió en el primero de los embates que sostuvieron, Mejía es el candidato a derrotar. Pero en esta ocasión, el peso negativo de sus compañeros de gobierno es aún mayor que en el año 2000. En aquella oportunidad también deseó buena parte de la población, sacar a Leonel Fernández con las sábanas por un canto. El empobrecimiento, las dificultades, sin embargo, no llegaban a los extremos de hoy.

Danilo, sin embargo, no puede ni debe –y creo que no ha pensado-, apartarse del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). A la gente que brinca de un lado al otro se le forjan historias de trashumante procurador de ocasiones. Y salvo que su popularidad sea en extremo imbatible, deshace las oportunidades de triunfo. De manera que, como penitente, cargará con su cruz mientras procura que San Pedro se la cambie por una menos pesarosa.

No es fácil lograr que el hombre de las llaves realice permutas aligeradoras. Sobre todo que, en el caso del PLD, se ha construido un historial de disipación de recursos que va para tres ejercicios constitucionales. Si a la misma se le suma el arraigado mote del comesolismo, la carga luce para fuerzas sobrehumanas.

Tiene una oportunidad, empero. Corre la especie de que Leonel conspiró muy calladamente para derrotarlo en el 2000. Diferencias aparentes, surgidas entre ambos, pudieron ser guardadas con celo y el tema quedó como arma de la mentirilla política. Con todo, no dejó de escucharse, y con el arranque de Danilo en años más próximos volvió a oírse del tema. Yo, como saben quienes me leen con frecuencia, me ocupé en propalar que Leonel habría de sentirse insatisfecho si lo sucede uno de los suyos. El reinado podría tener, a partir de ese instante, dos testuces y dos coronas.

No deben ocultarse esas posibilidades, por mucho que reuniones diversas busquen apagar lo sonado. Por eso Danilo andará luego del triunfo interno, con pies de plomo. Ni con pisadas vigorosas y firmes contra los suyos como las que derivarían de un calzado de hierro, ni con pisadas tan suaves como las propias de una alpargata con cuero de cerdo. Que tal vez dejaron de usarse alrededor de un siglo antes, pero que fueron el cubre pie de Concho Primo y sus cuates.

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