Pillaje y desorden en refugios del Sur

Pillaje y desorden en refugios del Sur

Las  autoridades de Salud en la región distribuyen la ayuda en horas de la noche para evitar el saqueo de hombres motorizados que persiguen a los camiones  cargados de donativos  destinados a los damnificados.

Por ALTAGRACIA ORTIZ G.

EL PEÑON, Barahona.- El desorden, la politiquería, gritos, reclamos, arrebatos, y robo de la ayuda que llega a los damnificados, es lo que prima en algunos refugios de esta provincia, donde hombres motorizados persiguen a las autoridades locales de Salud Pública para apoderarse de colchones y alimentos variados.

El  acto que reflejó mayor desorden ocurrió en el día de  ayer en la escuela María Sepúlveda, en presencia del secretario de Salud Pública, doctor Bautista Rojas Gómez, quien no pudo ni abrir la boca para expresarse. La gente pedía a gritos ayuda, unos decían que está llegando de todo, pero otros insistían en que no tenían de nada.

Es tal el desorden que prima que las autoridades de salud de Barahona tienen que hacer entrega de los donativos en horas de la noche.

“Como los maleantes nos persiguen en motores, tenemos que comprar fundas negras grandes y poner allí colchones, sábanas y comida que los entregamos a escondidas en altas horas de la noche”, dijo un funcionario local.

Los moradores de ese refugio son en su mayoría del barrio Q. Allí la gente transita en pequeñas yolas. Es que la laguna de Cabral ha vertido agua a una cañada que se desborda hasta llenar las casas del barrio.

 Los políticos en busca de votos para el proceso electoral llegan a la escuela, que se ha convertido en un refugio inmanejable. Allí llevan ayuda y las fundas tienen el nombre de los candidatos.

“El tigueraje es demasiado aquí, eso impide que la ayuda llegue a quienes la necesitan”, aseguró un voluntario.

Esa escuela aloja a 340 damnificados que están allí en espera de ayuda. En esa zona la laguna de Cabral se unió al río Yaque del Sur e inundó a varias comunidades. “Qué trajo, no venga con las manos vacías”, gritaba una mujer al doctor Rojas Gómez, a quien la vocinglería de los refugiados no permitió ni hablar.

Algunos refugiados de la escuela del barrio Q se retiraban para que no los vincularan con la cantidad de gente que vociferaba y se apretujaba contra los funcionarios de Salud Pública.

Funcionarios locales de Salud Pública confesaron a los periodistas que cuando llega alguna ayuda, la gente se abalanza contra quienes las llevan y por poco corre la sangre.

“A mí lo que me interesa es que no se pierda el año escolar”, dijo una pequeña de 12 años que presenciaba cómo los adultos se apretujaban en búsqueda de ayuda económica y de alimentos.

Algunas autoridades, como el síndico de Jaquimeyes, todo embarrado de lodo, hacía esfuerzos por hacer que esa comunidad intente recuperar su normalidad.

El lodo es parte de aquellas familias, quienes lo perdieron todo. Los niños no tienen zapatos, ropa, alimentos, colchones, camas y sus útiles escolares.

El lodo arropa los pies de niños, adultos y envejecientes. En Jaquimeyes, miembros del Ejército Nacional ayudaban a familias completas a sacar el lodo de sus casas y del barrio.

En esa comunidad afectada por la tormenta Noel, las personas conviven junto a la crianza de cerdos, gallinas y otros animales. Ayer mismo el secretario de Salud ordenó medicar a la población.

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