Pimpinela y Amable

<p>Pimpinela y Amable</p>

RAFAEL TORIBIO
Algunos de los lectores de esta columna es muy probable que recuerden a Pimpinela, dúo argentino, formado por un hombre y una mujer, hermanos además, que parecían un matrimonio en permanente discusión, que por la década de los 80 tuvo una amplia presencia en la televisión y la radio con una forma particular de cantar sus canciones.

En cada canción hacían una dramatización, a dos voces, de temas de amor y desamor, encuentros y desencuentros, con una teatralidad y superficialidad tan pronunciadas que, para algunos, llegaba a lo ridículo. Cada canción era la presentación de avatares sentimentales de parejas en conflicto.

Para la nueva trova, también con gran vigencia aún para esa época, o sencillamente para quienes estimaban que el buen gusto debe estar presente en cualquier manifestación humana, más si es artística, Pimpinela era considerado por no pocos como un monumento a la cursilería, manifestada en la forma de peleas sentimentales cantadas. Era la cursilería hecha canción.

Amable Aristy Castro, por su parte, es uno de nuestros políticos más exitosos, si consideramos como éxito lograr los objetivos que se plantean sin importar los medios que tengan que utilizarse y los recursos que tengan que gastarse.

Es, en el argot político español, un político “fontanero” porque su ocupación principal es hacer arreglos por debajo de la mesa. Un plomero, en el ámbito nuestro. Su fortaleza no está en el discurso sino en el amarre. Por los resultados hay que convenir que lo ha hecho muy bien, pues hasta ahora siempre ha ganado, aunque la eficiencia y la eficacia en lograr lo que se propone nunca estén acompañadas de la belleza y la delicadeza en las formas.

Sucede, además, que este triunfador en la política, y también en los negocios, compensa la extrema debilidad de su discurso con la solidez de sus amarres, aunque sea un consuetunidario burlador de la voluntad de sus conciudadanos que lo han votado para Senador de su provincia por tres ocasiones y, en cada una de ellas, ha preferido renunciar al mandato recibido en las urnas para seguir dirigiendo la Liga Municipal Dominicana.

En la última votación para seleccionar al Secretario de la LMD, en la que buscaba la reelección, su triunfo fue arrollador. Fue el único candidato formalmente presentado, logró el apoyo de los tres partidos mayoritarios para que siga al frente de la LMD, aunque hayan expresado que esta institución debe ser abolida o profundamente reformada y que de los 154 delegados con derecho a votar, 151 lo hicieran por su candidatura. Tres votos le faltaron para una elección por unanimidad y parece que no lo logró porque no pudieron estar presentes en la asamblea.  Si hubiesen asistido es muy probable que hubiera sido reelecto a unanimidad.

Su último triunfo político ha sido que después de haberle sido revocada la visa para ingresar a Estados Unidos, logró que le concedieran una nueva visa por diez años, período máximo por la que se otorga. Después de habérsele revocada, le fue restablecida por el período que se le concede a ciudadanos extranjeros que han hecho un uso satisfactorio de las anteriores.

Este gladiador político, que no conoce la derrota, ha decidido que quiere ser el candidato del Partido Reformista Social Cristiano para las elecciones presidenciales del 2008. Con una historia de triunfos acumulados y las credenciales de las que siempre ha hecho gala, parece que será difícil que no sea el vencedor de la candidatura presidencial por su partido, aunque en las encuestas los militantes digan preferir a otro candidato.

En una ocasión en que me encontraba en Buenos Aires tuve la oportunidad de ver un programa de televisión en el que entrevistaban a Facundo Cabral. De manera incisiva el entrevistador le formula la pregunta de que si en alguna ocasión había sentido miedo. Dice que nunca, porque la muerte ha estado siempre muy cerca de él. Le informa que su esposa e hijo murieron en el accidente de un avión del que tuvo que desmontarse antes de despegar y que hacía muy poco tiempo que su madre había muerto. Pero el entrevistador insistió y le dice que antes de contestar tuvo un ligero titubeo, por lo que entiende que a algo le tiene miedo.

¿A qué le tiene miedo Facundo Cabral le preguntó? Facundo piensa y responde: es cierto, tengo miedo por un país donde Pimpinela triunfa. Yo también tengo mucho miedo por un país donde un Amable Aristy triunfa.
rtoribio@intec.edu.do

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